Las Mañanas de Radio Atalaya - Tramo de 11.00 h. a 12.00 h. (02/06/2025) 145b5t

Radio Atalaya, 107.3 de la frecuencia modulada.

Once y diez minutos de la mañana, abrimos tiempo para hablar de historia, la historia entre líneas, y hoy, a través de la pantalla, Antonio Ramón Jiménez Montes, buenos días.

Buenos días, Ana, buenos días a todos nuestros audiencias este lunes.

No te tenemos hoy por el estudio, pero no nos iba a faltar historia entre líneas.

No, no, hoy tenemos que ser de este tipo, recordando aquellos años de dificultades, pero bueno, con los medios que tenemos podemos hacerlo así, virtualmente.

Sí, además es que este tipo de conexiones llegaron para quedarse, y para bien, también te digo.

Sí, la verdad que sí.

Bueno, nos ayuda por lo menos a que, cuando no podemos estar físicamente, podemos estar conectados sin problemas y viéndonos y escuchándonos bien, así que, bueno, pues menos mal, ¿no? Bueno, pues, Antonio Ramón, cuéntame dónde nos vamos a ir hoy, porque no vamos a hablar de esta historia reciente que de la pandemia hace todavía cinco años, es bastante reciente, pero nos vamos a ir mucho más lejos, ¿no? Nos vamos a ir más lejos y, además, puede que esté relacionado con las pandemias, como hemos hablado algunas veces, porque hoy lo que vamos a invitar a la gente, empezamos este mes de junio, empieza la semana del rocío, hemos pasado los patios, tenemos el calor, empieza ya a venir el ambiente festivo, se ha terminado la feria de Córdoba, de San Luca o de Jerez, ahora viene Granada, etcétera, y hoy nos vamos a dar un paseo por la ciudad, y entonces vamos a recuperar o vamos a intentar reconocer una serie de espacios que tienen un sentido determinado en las calles de nuestro pueblo y que están vinculados con una serie de cuestiones a las que vamos a intentar aproximarnos.

Y, además, lo vamos a hacer a través de una capillita, que seguro que les va a sonar a ustedes cuando la nombremos, y que, bueno, también nos va a servir hoy la historia entre líneas para reivindicar el papel del vecindario, de las vecinas de determinados sitios o de los propietarios de las casas donde están estos retablitos, estas capillas callejeras, para reivindicar precisamente que se conserven y que se mantengan y que entre todos podamos hacer el apoyo necesario que necesitan.

Y, bueno, nos vamos a ir no solamente a un sitio, porque es verdad que lo que hacemos en estos programas es intentar hacer una serie de recorridos, hoy es diferente, y en lugar de entrar a museos, a archivos, a iglesias, lo que vamos a hacer es salir a nuestras calles y ver cómo al aire libre, entre balcones o faroles, se encuentra un legado muy antiguo que también es muy hermoso, por otra parte, y son esa especie de capillas, hornacinas, azulejos o retablos callejeros que han acompañado y acompañan a generaciones de paisanos nuestros.

Se trata de un patrimonio popular y muchas veces anónimo, porque si nosotros nos fijamos, y ahora intentaremos repasar algunas de las que se mantienen todavía, cuando hace muchos siglos la religiosidad popular, las epidemias, la sacralización del espacio, hay algunos trabajos, y ya lo plantea Mircea Elíade, cuando habla sobre lo sagrado y la importancia de la sociedad, de los religiosos en la sociedad, precisamente uno de los factores es en el espacio urbano cotidiano donde se desarrolla nuestra vida, el día a día de nuestra ciudad, hay una costumbre muy enraizada en la espiritualidad del pueblo y que está precisamente en colocar pequeñas imágenes, cuadritos o retablos con azulejos en la fachada de las casas, en algunas esquinas o en las cruces de algunos caminos, para simbolizar las devociones o la gratitud, o la petición de favores, porque no podemos olvidar, antes comentábamos lo de la pandemia, que en muchos casos todo este tipo de presencia de lo religioso está relacionada con la petición que se hacía a determinadas devociones.

Y este patrimonio popular y anónimo, que se refleja en las capillas callejeras, no nacieron de grandes mecenas, como pudieron ser, por ejemplo, los conventos en los monasterios, el convento de los dominicos, el convento de la Agustina, el convento de los capuchinos o el de San Francisco de Pablo, los conventos que tuvimos, estaban siempre basados en el mecenaco de determinadas personalidades, generalmente los condes de cabras.