
LVO Fragmentos - Balduino IV de Jerusalén, el "Rey Leproso" 4d8m
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En esta ocasión descubrimos a uno de los monarcas más importantes de la época de las cruzadas, Balduino IV, Rey de Jerusalén. Un hombre que se vio acorralado por las intrigas palaciegas y una enfermedad terrible, la lepra. Conocido como el Rey Leproso, coexistió con Saladino, teniendo una relación muy especial de respeto mutuo. #Rey #Leproso #Jerusalen #ReinoDeLosCielos ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/469993 282b2m
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Valduino nacería en el año 1161, hijo del rey Amalarico I de Jerusalén y de Inés de Cúrtene, en un reino frágil rodeado por enemigos musulmanes y dividido por ambiciones nobiliarias.
Su infancia quedaría marcada por el divorcio de sus padres en 1163, ordenado por la iglesia debido a la consanguinidad, lo que lo separaría de su madre, una figura controvertida que buscaba influencia en la corte. Desde los seis años, Valduino sería preparado como heredero al trono, recibiendo una educación rigurosa en teología, estrategia militar y derecho feudal bajo la tutela de Guillermo de Tiro, un clérigo erudito que más tarde escribiría la crónica definitiva del reino, titulada Historia rerum impartibus transmarinis gestarum. Sería Guillermo quien notaría un síntoma alarmante. Mientras jugaba con otros niños, Valduino no sentía dolor al ser pellizcado, un signo que identificó rápidamente como lepra, algo que se confirmaría años después.
Esta enfermedad, vista como un castigo divino en la Edad Media, marcaría su vida, pero no impidió que fuera coronado rey a los 13 años, tras la muerte de Amalarico en 1174 por disentería. La lepra de Valduino, probablemente la forma tuberculoide, comenzó con manchas blancas en la piel, pero pronto afectó sus nervios, desfigurando su rostro, inutilizando sus manos y, en sus últimos años, dejándolo ciego.
En la corte, su condición era un secreto mal guardado. Los nobles temían que un rey enfermo fuera una señal de debilidad divina, lo que podía alentar a Saladino a atacar.
La lepra no sólo era una enfermedad física, sino una carga social. Los leprosos eran a menudo marginados, confinados a leproserías o vistos como impuros. Sin embargo, Valduino, como heredero al trono, fue protegido por su estatus, aunque las crónicas de Guillermo de Tiro sugieren que su condición generó susurros y dudas entre los varones.
Durante su minoría de edad, entre 1174 y 1176, el reino fue gobernado por regentes.
El primero fue Mills de Planchy, un noble francés que asumió el control como senescal, pero fue asesinado en Acre 1174, probablemente por orden de rivales como Raimundo III de Trípoli, un primo lejano y conde de Trípoli, quien sospechaba que Mills buscaba consolidar su propio poder. Raimundo sería quien asumiría la regencia, negociando una tregua con Saladino en el año 1175, dando al reino un respiro para rearmarse frente a la creciente amenaza a Yuví.
En 1176, a los 15 años, Valduino alcanzaría la mayoría de edad y asumiría el poder, enfrentando no sólo el avance de su enfermedad, sino un reino fracturado por dos facciones. La de la corte, liderada por su madre Inés y su tío Jostelino III de Edesa, que buscaban consolidar su influencia mediante matrimonios y cargos.
Y la otra, la de los varones, encabezada por Raimundo III de Trípoli y Voemundo III de Antioquía, que defendían su autonomía feudal y desconfiaban de la ambición de Inés. A pesar de su juventud y salud precaria, Valduino mostraría un liderazgo precoz, demostrando una capacidad notable para mediar entre estas facciones y mantener al reino unido frente a la amenaza externa.
En el año 1176, planearía una invasión a Egipto con apoyo de la flota bizantina del emperador Manuel I Comneno, un aliado clave que veía a los cruzados como un baluarte contra el Islam.
Sin embargo, el proyecto fracasaría por la desconfianza de los varones hacia los bizantinos, quienes exigían lealtad a Constantinopla, y por la falta de coordinación militar.
Esta experiencia temprana enseñaría a Valduino la importancia de la unidad interna, una lección que aplicaría en sus campañas posteriores.
La verdad, oculta, con Mario Escudero.
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