El Lector De Huesos Las Niñas De Alcasser 502p3v

Soy periodista. Me dedico a contar la realidad y el crimen es parte de ella.

Voy a buscar la verdad de los casos a través de la ciencia forense, pero no lo haré solo.

Me llamo Dani Álvarez y Paco Echeverría es el lector de huesos.

Esto que veis es un diente, un diente humano.

Paco dice que es un premolar, bicúspide, y que pertenece con toda seguridad a una persona adolescente.

Lo ha encontrado a ras de suelo, camuflado entre las piedras, apenas a un palmo de la fosa en la que fueron asesinadas y enterradas Miriam, Toñi y Desiree, las niñas de Alcácer.

Veinticinco años después.

Este hallazgo casual podría aportar nuevos datos a un caso que se cerró hace décadas.

Paco y yo llegamos a Alcácer a primera hora de la mañana.

No nos podíamos imaginar las sorpresas que nos iba a deparar el día.

Estamos a las afueras de Valencia, Paco, cerca de un pueblo cuyo nombre ha quedado grabado a fuego en nuestra memoria, Alcácer.

Aquí se cometió un triple asesinato hace 25 años, el de tres niñas, Miriam, Toñi y Desiree.

Sí, es un asunto que nos resulta familiar, ¿no? Porque tuvo mucho impacto a través de los medios de comunicación y también en la perspectiva forense, que se hizo muy polémico, con algunas incertidumbres, algunas de las cuales están justificadas y otras, a mí me parece que son completamente innecesarias.

Lo único cierto es que solo hubo un condenado, Miguel Ricard.

Otro acusado está desaparecido, Antonio Anglés.

Y lo cierto es que tres niñas fueron secuestradas, torturadas, violadas y asesinadas.

Y quizás ahora, 25 años más tarde, podíamos analizarlo de aspectos ya conocidos que nos permitirían poder crear una opinión coincidente o no con las que allí se discutieron.

13 de septiembre de 1992, viernes noche.

Antonia Gómez, de 15 años, y sus amigas Desiree Hernández y Miriam García, de 14, salen de sus casas en Alcácer con intención de ir a la discoteca Culor.

Deciden hacer autostop.

Su pista se pierde en Picasent.

Las tres niñas de Alcácer nunca llegaron a la discoteca.

En las afueras de Catadau hemos quedado con Jerónimo Boloix, inspector de policía retirado y experto en crónica negra.

Él conoce bien todos los detalles del caso Alcácer y nos va a guiar por los escenarios del crimen.

¿Cómo estás? Hola, ¿qué tal? Muy bien.

Bueno, ya estamos en el primer cruce del camino que sube hacia la Romana.

Tú nos vas a hacer, por lo tanto, de guías. ¿A qué distancia está aproximadamente? Sí, aquí la distancia desde este cruce hacia la fosa serán dos, tres kilómetros.

No es tan importante la distancia como la dificultad para acceder.

Pues adelante Jero, tú nos guías. Venga, vamos.

Han pasado 75 días desde la desaparición de Miriam, Toñi y Desiré.

Días de angustia y confusión.

27 de enero de 1993.

Los cuerpos de las niñas de Alcácer aparecen semienterrados en una fosa del paraje de la Romana, cercano a Catadau.

Vale, ya paramos aquí porque aquí no podemos seguir en coche.

Sí, yo creo que aquí ya es muy difícil, por no decir imposible.

Ya tenemos que seguir a pie. Seguimos un poquito andando y enseguida estamos.

Nosotros hemos llegado aquí en todo terreno, pero ellos lo hicieron en un Opel Corsa. ¿Cómo es posible eso? La verdad es que ahora el camino está en este tramo bastante peor que como estaba entonces.

¿Cómo es posible que tres chicas jóvenes estuvieran dentro de ese coche sin poder escapar durante tantos kilómetros en una pista como esta? El Opel Corsa es un coche que tiene dos puertas.

Es decir, cuando las pobres chicas subieron, se vieron atrapadas atrás, es que no podían salir.

Y Anglés, según el relato y las declaraciones que hace Miguel Rivera,