Jueves 8 de mayo – Juan 6, 44-51. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. 1q2y54

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Es curioso como en este discurso eucarístico Jesús a veces habla del pan vivo o a veces habla del pan de la vida.

Qué bonito porque la palabra vida es una palabra que a veces meditamos poco en ello. Primero, la vida es un regalo. Nadie elegimos si queríamos vivir o no.

La vida se nos regaló y además según el plan de Dios la vida tiene que venir por el amor de un hombre y de una mujer. Nosotros somos la encarnación del amor de nuestros padres. Al Jesús decir yo soy el pan vivo, el pan de la vida, nos está diciendo de algún modo que nacemos de su amor y que esa vida no es solamente la vida biológica sino que es la vida sobre todo espiritual.

Cuando Jesús nos invita a considerar que hemos nacido de él, que esa vida sobrenatural, incluso la vida natural se la debemos a él, que hemos sido llamados a la existencia por un acto de su voluntad, cambia completamente nuestro esquema y nuestro concepto de la vida. Primero porque sabemos que hemos sido llamados a la vida por alguien que nos ha deseado, que se ha servido del amor de nuestros padres y el pan de la vida, el pan vivo, aquel que se inventa la vida, aquel que es el autor de la vida, nos ha llamado a la existencia, ha querido que existiéramos.

Cuando pensó en el cosmos, cuando pensó en el universo, pensó en cada uno de nosotros con tanto cariño, con tanto amor, saber que yo he sido deseado, saber que he sido y sigo siendo querido, saber que Dios conociendo mi historia me llamó a la vida y me llamó a la existencia, conociendo mis fracasos, mis fragilidades, mis manías, mis pequeñeces.

Fui, soy y seré siempre profundamente deseado por Dios porque él es el autor de la vida. Decimos del Espíritu Santo que es el Señor y dador de vida y de hecho nosotros entendemos que la Eucaristía muchas veces es como una manantial del que brota el Espíritu Santo, del que brota la vida verdadera, la vida definitiva, el verdadero significado de la vida.

La vida es un regalo, la vida es un don, a veces nos puede costar mucho, a veces la vida se presenta oscura, tenebrosa, difícil, a veces nos da incluso miedo vivir y nos da miedo como asumir las consecuencias de una vida responsable y sin embargo la vida es lo que tenemos y no la vamos a perder. La vida no es un juego con el que Dios dice bueno ahora sí te llamo para que existas pero luego vas a dejar de existir, ahora sí lo vas a pasar mal pero luego yo haré de dar unas dosis como si Dios fuera un alquimista, dosis de buenos momentos, dosis de malos momentos, no.

La vida no es un juego, no se juega a vivir, la vida es algo mucho más serio, mucho más profundo. Cuando Jesús dice yo soy el pan de la vida que ha bajado del cielo lo que nos viene a decir es que tu vida encuentra significado, tu vida encuentra valor, tu vida se va a nutrir sólo si recurres a mí, sólo si te encuentras conmigo, sólo si comprendes que todo lo que eres proviene porque yo te he deseado y te sigo deseando en tu existencia.