Juan Pablo r6014

Un día me levanto y me percibo más como una mujer.

Plasticidad.

Hoy en día, identificarse con una sola cosa es casi que imposible, ¿no? Deseo.

Al día siguiente me percibo como un hombre.

No hay nada que se note más que una pluma convenida.

Ampliar la dimensión de lo humano.

Al día siguiente me voy a percibir como alguien que no tiene género.

Disidencias, sexo, género.

Dos mundos que se articulan y se conectan.

Sí, sí.

Formas inéditas del amor.

De la sexualidad.

Y del cuerpo.

¡Olé, como es trance! ¿Soy? ¿O no soy? ¿Quién soy? Bueno, empezando con quién es Juan Pablo es una pregunta muy grande, la verdad.

Juan Pablo Montoya es toda una construcción diaria.

Porque yo creo que yo todos los días estoy como en ese proceso de descubrirme quién realmente soy.

Luego de borrar por completo un capítulo de mi vida.

Un pasado trágico, un pasado pues que me marcó.

Un apellido que por mucho tiempo fue, digámoslo así, como este reitero marcado por el bullying.

Por la discriminación, por el acoso.

Porque yo creo que para nada es justo que un niño con toda su inocencia a los 12 años se ha violado y más por un líder de la iglesia.

Entonces también en esta parte espiritual tengo como cierta cosita ahí todavía por curar.

Y bueno, es como todo lo que me ha traído a estos 25 años de edad que tengo hoy en día.

Para mí hasta hace un poco yo decía ¿qué es eso de cisgénero total? O sea, yo no sabía cómo reconocerme.

Yo decía yo soy una nebulosa que voy hablando, voy andando por ahí como si nada.

Pero pues cuando lo entendí supe listo.

Así me identifico y eso soy.

Y el término como tal es que yo nací biológicamente siendo un hombre.

Y me siento cómodo con lo que veo en mi cuerpo.

Y asimismo me gusta una persona para mi vida.

Es lo que me atrae.

O sea, yo soy un hombre gay que me atraen las personas masculinas.

Y trato de ser también lo posible, muy masculino como todo lo que conllevo.

Bueno, voy a tocar varios puntos, ¿cierto? Yo creo que desde muy pequeño empiezo con los juegos presexuales.

Con los mismos compañeros de colegio.

Yo estudié con el mismo niño desde preescolar hasta quinto.

El mismo niño me gustó.

Con el mismo niño jugaba al papá y a la mamá.

Se quedaba solo en la casa.

Entonces yo iba y hacíamos y deshacíamos.

Yo creo que es una historia muy común en nuestra población.

En la mayoría, digámoslo así.

También con amigos de crianza.

Que muchos años después nunca pensé que lo que en algún momento fue un juego de niños iba a ser verdad cuando adultos.

Porque me lo encuentro y tiene la misma condición sexual mía.

No sabía absolutamente nada de la persona.

Aparece así de la nada en un momento trágico para mí.

Porque estábamos en la muerte de mi tía.

Era un conocido, el de la cuadra.

Apareció cuando yo menos lo esperaba y mucho más cuando yo tenía la mente en otro lado.

Bueno, luego pues lo de mi violación.

Yo con ese tema de la violación no es que sea como muy tocado, por así decirlo.

No me gusta hablarlo.

Sino que, bueno, dentro de mi misma población no he tenido, digámoslo así, ese sentido de la endofobia.

Pero estuve en un proceso de rehabilitación y nunca estuvieron de acuerdo.

O sea, ellos reconocían que yo era la primera persona de la población que hacía un proceso consciente a cabalidad.

Y lo terminé, me dieron mi certificado muy normal.

Pero cuando yo quería expresarme, cuando yo quería decir algo sobre mi identidad, ellos trataban de apagarme por completo.

Y ellos decían que yo no nací así, que yo había decidido ser así porque a mí me había quedado gustando de la violación.

Pues, o sea, voy a decir un término muy coloquial, pero marica.

A quien le gusta que a nosotros no esforcen a nadie, si me hago entender.

Para mí fue muy trágico porque sangré por completo porque yo pensé que la primera vez iba a ser de película.

Todo muy romántico, la escena, esto, lo otro.

Pero me chocó con esa pared de pavimento que es una realidad hoy en día no solamente en nuestra población, sino, digámoslo así, en el mundo en general.

Las violaciones hay una tasa totalmente disparada y, bueno, eso fue lo que pasó.

Luego, a mis 16 años, decido, como tal,