La infancia de Adolf Hitler: El origen del Mal 5r5o3j

Cuando pensamos en Adolf Hitler, lo primero que nos viene a la cabeza es el mal absoluto, el dictador por excelencia, el rostro más oscuro de una Europa marcada por la guerra y el horror. Pero hoy vamos a mirar mucho más allá, vamos a intentar alejarnos de esa imagen consolidada por la historia y a conocer al niño que fue antes de convertirse en todo lo que hoy sabemos. Un niño de mirada desafiante, de carácter intenso y con sueños recurrentes que lo atormentaban noche tras noche.

Bienvenidos a Soles Lejanos 2.0. Les habla David Minayo desde el lado oscuro de la historia.

Hoy junto al poeta y licenciado en historia Julián Borao nos vamos a enfrentar a un reto muy particular, presentar a un personaje que se ganó a pulso su lugar en la historia como el epítome del mal, cuando aún era tan solo un niño inocente. Y ahí es donde surge la disyuntiva moral. ¿Es posible reconocer la humanidad en alguien que más tarde se convertiría en responsable de uno de los genocidios más atroces de la historia? En este episodio no tratamos de buscarle una excusa a Hitler, sino de abordar un tema fundamental, cómo las experiencias de la infancia pueden influir profundamente en la formación psicológica de un individuo. Este programa es un ejercicio de análisis histórico y psicológico sobre la complejidad del ser humano, sobre unos traumas que pueden transformarse en violencia cuando no se procesan adecuadamente.

Y para tratarlo de la forma más aséptica y profesional posible contamos con la inestimable colaboración de Javier Trujillo, un grandísimo psicoanalista que va a acompañarnos a resolver nuestras dudas y a explicarnos qué significa el niño que todos llevamos dentro y cómo nos afecta a lo largo de la vida. Nuestra intención de hoy es mostrar que los monstruos no nacen, sino que se construyen y que la prevención del daño comienza por comprender sus raíces más profundas. Y esto no es una disculpa de ninguna manera. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche dejó escrita en Más allá del bien y del mal aquella cita tan célebre que dice lo siguiente, el que lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en uno.

Si miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti. Esta reflexión puede aplicarse perfectamente al desafío al que hoy vamos a enfrentarnos, porque vamos a asomarnos al abismo más profundo. Vamos a adentrarnos en la infancia del terrorífico Adolf Hitler. Antes de empezar, permítanme extenderme un poco más para advertirles de que el episodio que están a punto de escuchar contiene descripciones explícitas de violencia doméstica y abuso infantil que pueden resultar perturbadoras. En España existe un número de teléfono para la atención de este tipo de casos, el 116 111 116 111, que funciona a las 24 horas del día, los 365 días del año.

Es una llamada gratuita y confidencial y sirve para pedir ayuda ante los malos tratos infantiles, porque esto no es ninguna broma, porque un niño nunca debería sufrir, especialmente bajo las manos de aquellos que tienen la obligación de protegerle. Y ya por fin, y como siempre les digo, comenzamos. Es tarde, la tenue luz de un candil parpadea en la habitación. Un niño de apenas seis años tiembla en una esquina, apoyado contra la pared, apretando contra su pecho un cuaderno superpoblado de torpes dibujos. La puerta se abre de golpe. La figura de su padre se recorta frente a la luz del pasillo. Un desagradable y familiar olor a alcohol recorre cada centímetro de los pequeños pulmones de aquel niño.