INÉS SUÁREZ, CONQUISTADORA Y FUNDADORA 332i58

¡Hola a todos! Hoy vamos a sumergirnos en la figura de Inés Suárez, extremeña de Placencia, siglo XVI. Una mujer fundamental y bastante compleja en la conquista de Chile.

Sí, una figura fascinante. Tenemos fuentes variadas, ¿no? Crónicas de gente que estuvo allí como Mariño de Lobera, Vívar… Exacto, testigos presenciales. Y luego, claro, biografías y estudios posteriores. Queremos explorar esos momentos de su vida que, bueno, rompen un poco los esquemas.

Es que la historia empieza ya fuerte. Piensa, año 1537, consigue licencia para viajar sola a América.

Algo increíble para la época.

Totalmente. Iba buscando a su marido, Juan de Málaga. Lo busca por todas partes, llega a Perú y allí se entera de que ha muerto.

En combate.

Y lo normal habría sido volverse, ¿no? Pues no. Decide quedarse, forjarse un destino allí. Dicen que hasta su pelo rojizo, muy característico, ya daba pistas de su carácter, ¿sabes? Indobable.

Y es en Cusco donde conoce a Pedro de Valdivia, también extremeño.

Sí, que era maestre de campo de Pizarro, un oficial importante. Y bueno, surge algo entre ellos. Una relación muy intensa.

A pesar de que él estaba casado en España, con Marina Ortiz de Gaete.

Efectivamente. Y ella, Inés, se une a la expedición que Valdivia prepara para ir a Chive en 1540.

Oficialmente, ojo. Iba como su sirvienta.

Para disimular, claro.

Eso es. Pero todas las fuentes apuntan a que su papel era mucho más. Compañera, consejera, incluso soldado llegado el momento.

Y ese carácter se ve pronto, ¿verdad? En el cruce del desierto de Atacama.

Uf, sí. Imagina la escena. La expedición está desesperada, sin agua, muriendo de sed.

Y ahí Inés, según cuentan las crónicas, tiene como una habilidad especial.

Como un azaorino que encuentra en agua subterránea. Exacto. Encuentra un manantial.

Justo lo que necesitaban. La famosa aguada de Doña Inés.

Y no lo ven como suerte, ¿eh? Le da autoridad.

Muchísima. Se gana el respeto de todos.

Los indígenas, al parecer, la llamaban la brúa del pelo de fuego.

No es cualquier cosa.

Superado el desierto, llegan al Valle del Mapocho en diciembre de 1540.

Y en 1541, fundan Santiago de Nueva Extremadura.

Sí, aunque la fecha exacta de la fundación varía un poco según la fuente, febrero-septiembre.

Pero bueno, fundan Santiago. Y la paz dura poco.

Muy poco. En septiembre de ese mismo año, Valdivia está fuera, explorando.

Y el líder mapuche Michimalongo ataca la ciudad recién fundada.

Un ataque brutal. Santiago sitiada, en llamas.

Quedaban poquísimos españoles para defenderla, medio centenar.

Y algunos indígenas aliados, los llanaconas. La situación era límite.

Y ahí Inés no es solo la que cura heridos o reparte comida.

Que va, las crónicas la describen poniéndose una coraza, espada en mano, animando a los hombres, manteniendo la moral arriba cuando todo parecía perdido.

Una líder nata en pleno combate.

Y llegamos al momento culminante y más controvertido de su historia, ¿no? La defensa final de Santiago.

Sí, la ciudad a punto de caer. Y ella propone una medida desesperada.

Muy drástica.

Terriblemente drástica.

Propone decapitar a siete caciques mapuches que tenían prisioneros.

Para desmoralizar a los atacantes.

Hay debate sobre si ella misma ejecutó al primero, Kilikanta.

Exacto.

Las fuentes no son unánimes en si fue ella quien dio el primer golpe.

Pero sí coinciden en que fue su idea y su determinación la que impulsó la acción.

Parece que los hombres dudaban y ella dijo, adelante.

Y arrojaron las cabezas.

Sí. Y funcionó.

Los atacantes se desmoralizaron y se retiraron.

Santiago se salvó, en gran parte, por esa acción tan brutal impulsada por ella.

Lo increíble es cómo, en ese momento crítico, su resolución fue superior a la de los propios líderes militares.

Rompió todos los moldes.

Años después, la relación con Valdivia tuvo que terminar, al menos públicamente.

Sí, en 1548.

Tras un juicio en Perú, Pedro de la Gasca, que era la máxima autoridad real allí, le ordena a Valdivia que traiga a su esposa legítima de España.

Así que Inés, digamos, se aparta.

Bueno, se casa en 1549 con Rodrigo de Quiroga, otro capitán importante de Valdivia, que luego sería gobernador de Chile.

Parece que con él tuvo una vida más tranquila.

Más estable, sí.

Se dedicó más a la religión, a abraspías, ayudó a construir iglesias.

Efectivamente. Y, ojo, fue reconocida en vida.

Le dieron tierras, encomiendas, que eran concesiones importantes sobre territorios e indígenas.

No fue una figura olvidada en absoluto.

Murió ya mayor, con más de 70 años, en Santiago, la ciudad que ayudó a fundar y a salvar.

Su legado es complejo, ¿verdad? Por un lado, la primera española destacada en Chile.