ILUSTRES #25 -Muriel Frega 5u3p4s

Viajar de un lado al otro, dibujando, escribiendo, pintando buscando el origen de las durmientes, buscando algún espacio que sea similar al silencio en la costa. Hoy nos encontramos con una gran ilustradora y docente que desde Pinamar nos cuenta su historia. Con ustedes, Muriel Friga.

¿En dónde naciste? En Capital. Capital Federal. Porque uno ve tus laburos, ve tus actividades y demás y dice, bueno, debe ser de Pinamar, digamos, o de alguna de las de las zonas aledañas, pero no, vos sos de acá. No, yo estuve en Capital, me vine hace, relativamente, yo digo poco, pero ya es bastante, hace 11 años, 12 años. Es un montón. Es un montón, pero bueno, no es tanto como para haber nacido acá.

Y contame, naciste en Capital, en los años 70, somos los dos de los 70.

Contame un poco de tu niñez y de tu vínculo con el dibujo, porque yo creo que todos los chicos tienen vínculo con el dibujar, pero bueno, después hay momentos en donde, por distintas circunstancias, se profundiza más o se convierte en un juego que pasa toda la vida. A vos, ¿qué te pasó con eso? La infancia, la infancia, a mí pues no me acuerdo. A mí me acuerdo más de la pre-adolescencia y la adolescencia.

¿Y? Mi mamá nos llevó a un taller de tintura y yo ahí, al final, estaba en, ¿tiene eraño? En secundario, por ahí.

Y íbamos al taller de Mabel. Mabel era una amiga recopada que pintaba y Pabulo el marido, también Pabulo era fanático de Picasso, pero el chabón trabajaba cogiendo canteras de fuego. Y eran personas muy apasionadas por el arte y nos transmitieron esto. Yo tenía un guisariquita con los óleos, pintábamos palóleo, pintábamos con tamaños enormísimos. Éramos todo un grupo de dos o tres adolescentes y los demás eran personas grandes.

Y nos pasábamos ahí las tardes en el taller de Mabel y llegando yo a tercer año del secundario, yo no quiero más. Yo me quiero ir a la escuela de arte.

Esto es lo que yo quiero. Lo tuve aquí clarísimo.

No, me quiero seguir en el arte. Me quiero pasar a la Belgrano, en este momento, a la Belgrano.

Y te les dan un ingreso y entré. Así que, técnicamente, yo no tengo un secundario completo.

Claro, claro. Pero escúchame, vos pasaste a la Belgrano.

Yo soy del Rogelio Irurtia. Así que somos de más o menos de las mismas coordenadas. Porque te daba el doble turno, ¿verdad? Tenías el turno de bachiller y el taller.

Tenías cuatro años. Dos años de bachiller y los dos años de magisterio, pero todos tenían uno.

O sea, vos hacías estos cuatro años, pero te ibas como maestro nacional de dibujo.

Podía ir a hacer la cuirredón. Y me lesionó. Yo tengo estos cálculos medio extraños.

Dije, yo ya voy al taller de pintura. Ya más o menos conozco.

Pero había contigo cosas de grabado y dije, me interesa el grabado.

Entonces, como yo ya pinto por mi cuenta, me voy a anotar en la carrera de grabado para aprender las cosas.

Y ahí me reenamoré del grabado. Fui dejando de pintar.

En esa época se empezó a hacer un poco más caro también el conseguir los materiales.

El grabado tenía más posibilidades, muchísimo más para explorar.

Así que de ahí pasé al taller de grabado.

Bien. O sea, te estuviste moviendo por la pintura, por el grabado.

Dos instituciones como la Belgrano y la ya extinta Prilidiano Pueyrredón, hoy convertida en el UNA, o parte del UNA.

Inclusive vos tenés un título que ya no sucede para los adolescentes o post-adolescentes, digamos.

Yo también. Salías como maestro a los 18, 19 años y podías salir a trabajar.

Empecé a laburar a los 21 años de maestra.

Sí, claro. Hoy suceden otros procesos. Hoy hace muchos años.