La historia de la familia Caretta 3mfb

La familia Caretta desapareció en pleno verano de 1989.

Nadie escuchó un grito. Nadie vio sangre.

Nadie levantó sospechas. Simplemente se desvanecieron.

Todo comenzó en Parma, una ciudad muy tranquila.

Allí vivía la familia Caretta.

Giuseppe, un hombre disciplinado que trabajaba en una empresa de pintura.

Marta, una ama de casa reservada.

Y sus dos hijos, Ferdinando y Nicola.

Una familia como muchas otras.

Sin lujos, sin escándalos y sin aparentes enemigos.

Era agosto, el mes de vacaciones por excelencia en Italia.

Los Caretta hicieron las maletas y subieron a su caravana.

Y salieron en dirección a la costa.

Tal como le habían contado a algunos de sus vecinos.

Pero nunca llegaron a su destino.

De hecho, no volvieron a ser vistos.

Días después, la caravana apareció estacionada en Milán, pero abandonada.

Dentro no había señales de violencia.

Tampoco documentos, ni dinero, ni pistas.

La policía buscó sin éxito.

Y la prensa comenzó a especular.

¿Se trataba de una fuga voluntaria, un secuestro o un ajuste de cuentas? Durante años, el caso se convirtió en uno de los mayores enigmas de Italia.

Sin cadáveres, sin confesiones y sin respuestas.

La casa familiar permanecía intacta.

Como congelada en el tiempo, mientras los rumores crecían.

Pero lo que nadie imaginaba es que la clave de todo esto estaba mucho más cerca de lo que creían.

Ni que el silencio de una década iba a romperse de la forma más inesperada.

Frente a una cámara de televisión.

Bienvenidos a un nuevo episodio de este podcast, donde cada historia guarda un secreto.

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Mi nombre es Mai García y estáis escuchando Dossier Criminal.

Fue como si se les hubiera tragado la tierra.

Sin señales, sin ruido, sin despedidas.

La familia Caretta se desvaneció en pleno verano de 1989.

Y nadie supo por qué.

Era agosto, el mes en el que Italia se paraliza para tomar vacaciones.

En Parma, una ciudad ordenada y tranquila, la familia Caretta se preparaba como cada año para salir en su autocaravana.

Giuseppe, el padre, Marta, su esposa y sus dos hijos, Ferdinando y Nicola.

Giuseppe trabajaba como contable para la empresa Masmara.

Era un hombre metódico, reservado y profundamente religioso.

Marta, su esposa, era ama de casa.

Ferdinando, el mayor de los hijos, tenía 27 años y un carácter extraño.

Y Nicola, el menor, tenía 23 años.

La familia vivía en un apartamento modesto en un bloque de viviendas de Parma.

El 4 de agosto de 1989, según algunos vecinos, la familia marchó en su caravana para disfrutar de las vacaciones.

No dijeron mucho, solo que se iban de viaje.

Y desde ese momento, nada más se supo.

Pasaron semanas y ningún vecino volvió a ver a nadie en la vivienda.

Las persianas seguían cerradas.

Nadie respondía al timbre.

Algunos pensaron que aún estaban de vacaciones.

Pero otros, inquietos, comenzaron a preguntarse si algo no andaba bien.

Fue la hermana de Marta quien dio la voz de alarma.

Llamó a la policía.

El apartamento fue registrado.

Estaba perfectamente ordenado, pero vacío.

No había señales de violencia, ni desorden, ni cartas de despedida.

Los documentos personales, el dinero, las tarjetas de crédito...

Todo había desaparecido con ellos.

La policía comenzó a investigar, pero no había testigos, ni llamadas de rescate, ni cartas.

Y el caso pronto se convirtió en un rompecabezas.