La forja de un asesino. A la mesa del Abogado del Diablo. 3s6dr

Esta noche voy a tomar asiento en el lado oscuro del estrado.

Desde aquí voy a actuar como abogado del diablo.

Voy a sorprender e incluso molestar con alguna de mis afirmaciones.

Voy a exponer hechos, teorías, opiniones.

No voy a excusar, no voy a justificar.

La presencia del mal en el ser humano es tan antigua como su propio origen.

La violencia, el daño al semejante, el daño a nuestro entorno.

Algo tan traumático que provoca una ruptura inevitable en la vida de quien lo sufre.

Cuando la sociedad se hace sabedora de tan terrible daño, alza la voz indignada y pide justicia.

¿Pero qué justicia? ¿La atávica? ¿La del ojo por ojo y diente por diente? ¿La que se arroga como jueza y ejecutora y reclama la vida del criminal? ¿Pero quién tiene la autoridad para disponer de la vida de otra persona? El brazo ejecutor de una muerte, aun en nombre de la justicia, sigue siendo un brazo que mata.

Y una muerte violenta siempre es un hecho lamentable.

Sin caer en un buenismo estúpido, hay muchas cosas que se pueden hacer a la hora de intervenir.

Tanto para la prevención de un potencial delito, como medidas para aplicar cuando el delito se ha cometido.

Actuar en la prevención de las conductas delictivas, incluso con criminales condenados, es la manera más humana de actuar.

Y también la manera en la que la sociedad se puede defender de la reincidencia y de los potenciales crímenes futuros.

¿Pero cómo va a ser el sistema algo que funcione? Porque, como vamos a ver, el sistema es imperfecto.

Pues está formado por personas y las personas fallamos.

Podemos ser egoístas, incompetentes, corruptas y corruptoras.

Y entonces, aquellos que precisan nuestra ayuda serán abandonados.

Y este abandono, este fallo del sistema y de las personas que lo integran, derivará en el más terrible de los resultados, tal y como vamos a ver en el caso de esta noche.

Bienvenidos, una noche más, caminantes, a La Senda Esférica.

Bienvenido, caminante.

¿Te atreves? ¿Me sigues? Adéntrate conmigo en La Senda Esférica.

En La Senda Esférica nace una persona.

En ese momento se activan mecanismos que van a llevar a ese nuevo ser a desarrollar todo su futuro potencial o que le condenarán al abismo más profundo de la depravación.

No nos engañemos, muchas personas estarán condicionadas desde el momento mismo de su concepción, pues las vivencias y entorno de la madre gestante van a modelar el cerebro del futuro ser humano que será presentado al mundo quizás en unas condiciones de salida que van a lastrar sus posibilidades.

Y no estoy hablando de un mayor o peor nivel económico.

Las peores condiciones de crianza y los daños al niño o niña pueden estar presentes hasta en el más privilegiado entorno social.

Con un poco de suerte todos nos moveremos en las aguas intermedias entre la caída a los infiernos y el culmen de nuestras posibilidades.

Nadie nace predestinado, incluso las personas marcadas por una grave enfermedad congénita o hereditaria estarán sujetas al manejo de la misma que se haga desde su entorno para afrontar una vida más o menos plena.

¿Hasta dónde se puede dirimir la responsabilidad de un individuo en sus actos cuando su mapa vital ha sido diseñado por tantos actores, marcado por tantas variables externas? ¿Dónde queda la mano ejecutora de un plan vital del cual no hemos sido invitados a elegir quién será el destino del futuro?