Familia Vélez 581e20

Porque todos tenemos un lado B. Bienvenidos, esto es Irreverente.

Buenas tardes, estamos aquí en Irreverente, su programa. Estoy aquí con Diego.

Bueno, aquí queremos presentar a nuestros invitados. Para empezar tenemos aquí a Humberto Tercero, por favor, Vélez. ¡Hola, vamos! Mucho gusto. Y tenemos aquí a Connie Madera, por favor.

¡Vamos! ¡Eh! ¡La mamá de los pollitos! ¡Hola, hola! A Lichi Vélez.

¡Ay! A la trompetilla.

¡Uh, sáquenlo, uh! Nos dicen que es la primera vez que los entrevistan como fans.

Siempre hay una primera vez.

Es la primera vez, pero la veíamos venir.

Es suceder, sí.

Siempre hay una primera vez, compadre. Y bueno, siempre es padrísimo.

Sí, claro, nomás teniendo una familia tan... tan...

¿En qué? No lo digas.

No, no, no, tan hábil, o sea, porque todos son...

La familia.

La gran familia.

Yo creí que iba a decir la verdad.

No, no.

Creí que iba a decir la verdad.

No, no, no. Para, por favor, para.

A ver, ¿teniendo una familia tan qué? Ah, tan especial.

¡Ah! ¡Ah! ¡Famosa, tan espectacular, por favor! Es verdad.

Pero ahora sí que para comenzar, nos gustaría que hablara de sus trayectorias.

Humberto III, ¿te gustaría iniciar? Ah, pues sí, puede ser.

Bueno, pues yo... yo empecé...

Lo primerito que recuer... bueno, lo primerito que me han dicho que no recuerdo haber hecho fue doblaje.

Porque además siempre... tú también no te acuerdas de lo primero que hiciste, pero te contaron y eso lo sabes perfectamente, ¿no? A huevo. Es de familia.

Ah, sí, justo. Lo primerito que me han contado que hice fue... estaba dirigiendo...

Yo, sí.

Estaba dirigiendo a mi papá, alias. Me puso un loop al mero final de la serie, un...

¡Hola, qué tal! Ya, ya llegué, mamá.

No, era... ¡Papá! ¡Papá! Un gritote, pero bueno, fuerte, sí.

Sí, y de ahí, pues, me siguieron, o sea, me siguió poniendo, me siguían llamando.

Mi mamá también me llevaba algunos llamados y de ahí, mientras yo esperaba que saliera de trabajar, algunos directores que decían, oiga, no, pues no llegó, este, alguien.

Falta un niño para aquí, para este momento.

A ver, salen y me ven ahí sentado esperando.

¿Tú quieres hacer doblaje? Y yo, bueno, pues a ver.

Y me meten así.

Y pues así, o sea, empecé muy chiquito, así...

Pues básicamente eso, en doblaje.

Ya después, más grande, entramos Alicia y yo a talleres de teatro, talleres de teatro musical.

Recientemente, acabé la licenciatura en teatro y actuación en el CUT.

Todavía estoy en proceso de titulación, pero ya la licenciatura ya quedó.

Sí, ahorita tenemos que hablar de tu prueba de fuego.

¿Cómo la sentiste? ¡Uy! Estuvo, estuvo padre.

Me gustaría... Liches.

Yo, pues, pues empecé muy similar.

A mí me aventaron como el Borras a los dos años, hacer doblaje.

No, no es reclamo, es agradecimiento, al contrario, gracias, porque si no...

La verdad es que no sé si lo estaría haciendo porque sí me cuesta trabajo aventarme a hacer las cosas.

Me da mucho miedo hacer las cosas y creo que es algo que recomiendo.

Olviden el miedo.

El miedo no sirve.

No sirve, es el peor enemigo de un actor y eso me lo dijo mi mamá muy chiquita.

Todavía no lo acabo de entender, pero por lo menos ya estoy aquí.

A ver, yo tengo un par de notas al respecto con ellos dos, con mis hijos.

Primero, el miedo sí sirve.

El miedo sí sirve.

Ahorita te explico por qué.

Con miedo.

El miedo sí sirve porque si no tienes miedo significa que no te importa.

Cuando tienes miedo significa que...

Yo estoy sudando ahorita.

Tengo un montón de miedo.

No, no de calor.

De nervios y de miedo.

No te va a pasar nada.

Porque hay gente que me está escuchando y hay una responsabilidad y no puedes decir cualquier clase de estupidez.

Bueno, número dos.

El miedo sí sirve.

Si ya haces las cosas con miedo, nomás hay que transformarlo en energía.

¡Se está cayendo! Ya vimos.

Entonces, no era miedo lo que tenía que ser, era premonición.

Acabo de sacar el miedo de repente.

Y ese helicóptero.

El miedo lo transformas en energía.

Y eso es lo que sí sirve.

OK.

Número dos.

Una anécdota con el muchacho, que ese no tuvo miedo nunca a pasar las cosas.

No.

Ese no.

Lo pusimos a hacer comerciales también de televisión.

Íbamos y doblábamos cosas.

Entonces, un día estábamos en una cabina y la productora de los comerciales decía...

A ver muchacho, dámelo alegre, pero triste, pero azul.

Ya ves que los directores de comerciales son la hostia.

Entonces, dámelo triste, pero alegre, pero azul.

Y el muchacho se acababa viendo y decía...

Bueno.

Y entonces lo hacía, ¿no? Triste y alegre y azul.