
1905. El "fracaso" del Apóstol Pablo (EDITADA) 6x59j
Descripción de 1905. El "fracaso" del Apóstol Pablo (EDITADA) 3f185c
Meditación sobre la primera lectura de la misa del miércoles de la VI semana de Pascua: el discurso de Pablo en el Areópago de Atenas, que acabó con un fracaso. Pero un fracaso aparente. Cuál debe ser nuestra actitud al tratar de extender la Buena Nueva del Evangelio. Al principio de esta meditación se cuenta una anécdota que tuvo lugar durante el confinamiento del 2020 con motivo de la pandemia covid-19. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 3z4r6k
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia.
Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración.
Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.
Ayer por la tarde hablaba con una chica, entonces me contaba que estaba un poco triste con tanta muerte, con tanto encerramiento, las calles vacías, que le iba como calando en el alma un sentimiento de tristeza.
Y estando así se enteró de una familia en la que había nacido un bebé, luego salió a la calle y la vio llena de flores y pensó, esto es muy de Dios, la vida donde Dios se abre paso en medio de la muerte.
Y contaba que había empezado a recuperarse.
Bueno, es sin duda como un toque de la gracia del Espíritu Santo en su alma, que le ha llevado a acercarse mucho más a Dios.
En la primera lectura de la misa de hoy, que es la que vamos a considerar en nuestra oración, esa tomada de los Hechos de los Apóstoles, y tenemos a Pablo que, llevado por el Espíritu Santo a Macedonia, decide ir a Atenas.
Primero fue a una ciudad, Macedonia, luego estuvo en Tesalónica, pero él decide ir a Atenas. ¿Por qué? Porque Atenas era el centro cultural del mundo antiguo.
Y él, que quería llevar a Jesucristo a todas las almas, ¿qué es lo que hace? ¿Se queda aconejado en una esquina de esa gran ciudad de Atenas? ¿Diciendo yo no puedo con todo esto? No, sino que se va al centro de la ciudad, al lugar de más influencia, al Areópago, que también es el lugar de más riesgo, porque está la gente más preparada intelectualmente, pero también es el lugar de más oportunidad, precisamente por eso.
Y San Pablo va sin miedo, con ambición, a por ellos, porque es consciente de que ese punto es la puerta de entrada en todo un continente, en Europa.
¿Y qué hace Pablo? Pues Pablo se fija bien en los dioses de oro y piedra que adoran los templos griegos.
Y se fija en uno que tiene esta inscripción, al dios desconocido.
Después se empapa de la vida de los atenienses y piensa un discurso que conecte con sus intereses, que conecte con su experiencia vital.
Pablo, que era un hombre culto y leía griego, seguramente amaba la cultura griega.
Era connatural para él.
Y después, con todas esas buenas condiciones y toda esa preparación, monta un discurso magistral, que todavía hoy se estudia como modelo de discurso apologético.
Pablo, dice en los Hechos de los Apóstoles, de pie en medio del Areópago, que era una roca que estaba bajo el Partenón.
En el Partenón, ¿os acordáis que había una estatua gigantesca de la diosa Atenea? Ahí, en ese ambiente, dice, Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos, porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción, al dios desconocido.
Hay como un gran respeto hacia el modo de pensar de los atenienses, porque no se puede evangelizar a alguien que no se ama, a una cultura que no se ama.
Y, al mismo tiempo, sabe usar las cosas buenas que hay, ese deseo de dar gloria o de rendir culto a todos los dioses que tenían los atenienses, que, sin duda, es una semilla de bondad en sus corazones.
Sabe cogerlas.
Y entonces sigue.
Pues eso, porque, claro, no se limita a dar coba a los atenienses, sino que, luego, les transmite la verdad.
Dice, pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo.
El dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanos, ni los sirve en manos humanas, como si necesitara de alguien el que a todos da la vida y el aliento y todo.
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