Trending Misterio
iVoox
Descargar app Subir
iVoox Podcast & radio
Descargar app gratis
Meditaciones diarias
Esto es un fragmento de un episodio exclusivo. ¡Escúchalo completo apoyando a este podcast!
1. Pentecostés, docilidad al Espíritu Santo

1. Pentecostés, docilidad al Espíritu Santo 526d

29/5/2025 · 32:44
0
1k
Meditaciones diarias

Descripción de 1. Pentecostés, docilidad al Espíritu Santo 6k4i3u

Primera meditación del retiro del mes de mayo, predicada a hombres, sobre el Espíritu Santo, sus inspiraciones, como fomentarlas, y la necesidad de dejarse llevar por ellas. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 i2h34

Lee el podcast de 1. Pentecostés, docilidad al Espíritu Santo

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos libranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

Y Señor te damos gracias por estar ahí en la Sagrada Eucaristía disponible para nosotros y nos alegra muchísimo poder hacer este rato de oración en que consiste el retiro mensual prolongado con calma delante tuya en este oratorio tan bonito, aunque pequeñito, encima tenemos aire acondicionado con lo cual no tenemos que padecer inútilmente aunque hay gente que padece con el aire acondicionado, depende, y podemos centrarnos en hablar con el Señor.

Y fijaros, el misterio central de la Santísima Trinidad, de la fe perdón, es la Santísima Trinidad. Todos nosotros desde pequeñitos hemos aprendido a ver a Dios como un Padre. Dios Padre es una figura pues muy familiar para nosotros. Luego a Jesús pues le conocemos por los Evangelios y te conocemos Señor por tu presencia en la Eucaristía y los niños pues dicen continuamente voy a rezar a Jesús, voy a ver a Jesús, quiero recibir a Jesús en la primera comunión, pero el Espíritu Santo que es la tercera persona muchas veces pasa más desapercibida. Es en cierto modo como el gran desconocido para muchos cristianos. Así lo decía San José María en esa homilía sobre el Espíritu Santo. Él le llamaba el gran desconocido.

Y para hablar un poco del Espíritu Santo, quizás Señor es desconocido porque al Espíritu Santo le conocemos por sus efectos y es discreto. Es como un amigo fiel y leal que está siempre con nosotros que solamente nos damos cuenta cuando no está, cuando falta. Pero parece que lo hace tan natural.

Cuando he oído contar yo esta anécdota a mi madre muchas veces y es que cuando tuvo su último hijo, el décimo, pues algo fue mal en el parto y entonces empezó a bajarle la tensión, la tensión, la tensión y ella estaba como en coma y entonces, pero oía, pero no podía hablar y oía como el médico y las enfermeras decían Dios mío se nos va, se nos va y madre de diez hijos se nos va y ella quería decir que no se iba a ninguna parte que estaba, pero no era capaz, no era capaz de hablar y dice que sufrió como una angustia tremenda que lo recuerda como un momento tremendo, la impotencia de no poder comunicarse. Pues yo creo que algo así señor pasa con tu espíritu, con el Espíritu Santo. Habita dentro de nosotros desde el bautismo y a veces está como respetuoso de nuestra libertad impotente para hacerse escuchar en nuestra alma si nosotros no hacemos el esfuerzo de escucharle.

Y la paradoja es que aunque el Espíritu Santo hable tan bajo y sea tan discreto, tu señor tenías grandísimas esperanzas en él. Estos días de Pascua estamos leyendo en los evangelios frases del Señor como éstas o las leeremos quizás en la semana que viene. Él, el Espíritu Santo, os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho. Incluso esta otra frase, os digo la verdad, os conviene que me vaya porque si no me voy el paráclito no vendrá a vosotros.

Imaginaros que el Señor no hubiera subido a los cielos y estuviera en Jerusalén, en donde fuera, nosotros pudiéramos ir a ver al Hijo de Dios hecho hombre. Y uno puede pensar, hombre, no sería mala solución, ¿no? Porque este mundo, necesitado de tanto de la presencia de Dios, pues el Señor considera que es mejor que Él ascienda a los cielos y enviarnos el Espíritu Santo.

Tiene tanta confianza en su poder y en su eficacia que prefiere hacerlo así. Y San Pablo, que experimentó eso en su propia vida, decía nadie puede decir Señor Jesús sino por el Espíritu Santo. Y Señor, ¿tú tenías tanta confianza?

Comentarios de 1. Pentecostés, docilidad al Espíritu Santo 263r1a

Este programa no ite comentarios.
Te recomendamos
Ir a Fe, filosofía y espiritualidad