Érase una vez un mito. Primera parte. 1p346

Blanco y negro.

El trasfondo de las cosas.

Reyes.

Una curiosidad del sistema escolar mexicano es como aquí enseñan en las aulas que los japoneses cuando están inconformes con sus condiciones laborales, en lugar de ir a huelga, aumentan la producción como una forma de protesta.

Ese dato impresiona a todos y suele ser motivo de iración y ejemplo de civilidad digno de comentarlo cuando la conversación se presta para ello.

Sin embargo, aunque casi todo mexicano ha escuchado esa historia, nadie sigue su ejemplo ni intenta replicarla en su centro de trabajo o vida diaria.

Por ejemplo, basándose en ella, los empleados de un restaurante con poco flujo de clientes y, por lo tanto, con pocas posibilidades de mejoras salariales, podrían organizarse para elevar la calidad en el servicio hasta convertirlo en una gran experiencia y trabajar con la mejora del sabor y presentación de los alimentos hasta hacerlos muy atractivos.

Luego, cuando los cambios estén hechos, podrían contarle a sus familiares y amigos e invitarles a disfrutar de la nueva experiencia.

Adicionalmente, podrían colocar publicidad del restaurante en sus propios autos y en sus redes sociales hasta llenar por completo el local.

Y entonces, cuando el negocio tenga lista de espera, podrían acudir con su patrón y solicitarle un aumento salarial y otras prestaciones sin igual.

Ahora bien, lo cierto es que la historia es un mito, pero ello no le resta eficacia, pues la idea encierra una estrategia poderosa, transformar la inconformidad en acción y la queja en oportunidad.

Endurance Group Presenta Érase una vez un mito Una reflexión sobre la innovación y cooperación en nuestra sociedad.

La estrategia del mito japonés no es nueva ni compleja.

De hecho, los niños la usan desde siempre, mejorando su conducta o desempeño cuando desean obtener un permiso o beneficio de sus padres.

Por eso, extraña que en el campo escolar, laboral y social, no sigamos haciendo lo mismo.

Hoy, por ejemplo, la principal inconformidad de los maestros es que sus alumnos no prestan suficiente atención en clase, su anarquía y, en general, la poca disposición hacia el aprendizaje.

Y por su parte, alumnos y padres se quejan del pobre desempeño de los maestros, pues esta situación es un excelente laboratorio para poner en práctica el mito japonés, pues los padres podrían mediar para garantizar una actitud excepcional en sus hijos a cambio de un desempeño sin igual de los docentes.

Esta es una estrategia tan simple que resulta desconcertante no verla aplicada en todos lados.

Quizá por eso mismo me puede tanto acudir a un negocio donde pasan horas sin la visita de un solo cliente, mientras los empleados permanecen indiferentes, pues en ese tiempo bien podrían salir a la acera e invitar a los peatones a entrar y conocer los productos.

Ese pequeño gesto pudiera ser la diferencia entre el fracaso o el éxito del negocio.

Pero ese tipo de colaboración no lo enseñan en la escuela ni en la casa y la verdad, hace mucha falta en nuestra sociedad.

Quizá hasta debería ser una materia escolar para que de una vez por todas podamos aumentar la competitividad de la nación, pues no basta con enseñar los derechos de los trabajadores, sino también valores tan fundamentales como la cooperación, innovación y productividad.

Ahora bien, en este punto es conveniente aclarar que la estrategia no se basa en un sacrificio sino en un esfuerzo.