Episodio 6 - La noche (o el día) más oscura 5w1m24

Nos vamos dos semanas y, ojito, lunes 21 de abril, lunes de pascua, se nos va el Papa Francisco después de 12 años de pontificado, abandonó lo terrenal para ir donde quiera que vayamos cuando fallecemos.

Lunes 28 de abril, se nos va la luz.

Horas y horas sin luz, sin redes, sin internet.

Este día será uno más de esos en los que nos preguntaremos dentro de unos años ¿dónde estabas entonces? Yo estaba en clase, por ejemplo, y fue extraño, fue curioso salir a la calle y ver a todo el mundo esperando, esperando ahí, mirando asisones, como dice mi padre, mirando el móvil cada dos segundos a ver si podían llamar a revisar información, pero nada.

Fue el día que más gente he visto andando por Madrid sin ser fiesta o manifestación, que yo recuerde.

Fue el día en el que los transistores volvieron a salir a la calle, donde la radio era lo único que nos podía mantener informados.

Fue otro día para el recuerdo y nosotros lo honraremos con un programa espectacular, esto es La Hora Porrela.

¿Qué tal, cómo estamos? Antes de empezar voy a hacer una aclaración, esto lo grabamos normalmente los martes, por tanto ayer fue el lunes, fue el día del apagón nacional, aunque lo escuchéis, lo vais a escuchar más adelante, nosotros nos referiremos a ayer como el día del apagón.

Así que ayer fue el día del apagón, José Luis del Pozo, ¿qué tal, cómo estabas? Lloviente, tranquilamente, ¿quieres que te diga lo que estaba haciendo? ¿Quieres que te cuente mi día? Bueno, a ver, sí.

No, no, no precisamente.

¡Ojalá! Pero no, estaba colocando el trastero porque tenía un día de vacaciones, entonces de repente me quedé a oscuras totalmente con medio trastero en el pasillo donde comparto con todos los vecinos, con la linternita de un taladro, porque no tenía el móvil, estaba cargando arriba, alumbraba para poder guardar todas las cosas y subí arriba.

Menos mal que subiste arriba y no subiste abajo.

No, porque si subo abajo es que me he muerto.

Ya voy y me entero que el portero se ha quedado atrapado en el ascensor.

¡Ostras! Y ahí empiezan ya los rumores de no, no ha sido solo aquí, es en la Comunidad de Madrid.

Tío, tremendo.

Llamé a mi madre porque yo tenía cobertura.

¡Qué suerte! Se lo conté.

Yo no.

Dije, mamá, no sé qué ha pasado, pero estáis bien.

Y cogí dos latas de cerveza y me bajé al coche a escuchar la radio y así viví yo los primeros momentos.

¿Tu mujer estaba trabajando? No, estaba conmigo.

Por eso fueron dos latas.

Bien, iniciar bien.

¿Y tus niños en el cole? En el cole.

Fuimos a preguntar si había comida, comieron allí porque había comida y dije, de lujo.

¿Así lo tengo que hacer yo? Así lo tengo que hacer yo.

Y ya está.

Que la comida hubiera sido probablemente unos sándwiches, porque no había luz.

Literal.

Bien.

Y eso fue mi día.

Bueno, ¿y qué más? Es que esto, a ver, la rabiosa actualidad… ¿Los pollitos? Los pollitos.

Ha dado paso a que este tema se olvide, pero yo sé que… Toricopito.

¡Ay, no! Hay programas que viven pendientes de ello.

Sí, efectivamente.

Seguro.

Pues ya no están.

Ya han ido a la granja.

Ya han ido a la finca, sí.

Ah, qué susto, joder.

No sé si siguen con nosotros… Ahora ya para extinguirlo.

No sé si siguen con nosotros o con el Papa Francisco, pero están allí.

Bien, bien.

Bueno saberlo.

Pues nada, Joby, ¿qué tal? Madre mía.

Yo bien, bien, bien.

A mí me pilló aquí en la oficina, donde estamos grabando ahora.

Fue todo como una peli.

Literal.

Además, lo estábamos hablando antes.

Si no habéis visto Día Cero, los primeros momentos de la serie es tal cual lo vimos ayer.

Yo no la he visto.

Pues ese es exacto.

O sea, esa sí.

De hecho, de los primeros comentarios que hice, digo… Esto es Día Cero.

Con los accidentes de locura, claro.

Pero aquí fue un poco raro, porque teníamos reuniones online y toda la pesca y la Wi-Fi no iba muy bien.

Pero bueno, eso viene siendo común desde que nos mudamos.

Y de repente se fue la luz.

Pero no se fue la luz de apagón, se fue la luz de como ralentizado.

Pum, pum, pum, hacia abajo y se fue.

Nos asomamos, el edificio entre las oscuras.

Le digo a mi jefe, Jaime, tío, vamos abajo a ver qué pasa.

Digo, venga.

Nos vamos abajo.

Estamos hablando.

Voy a llamar a mi madre.

Tengo cobertura.

Venga.

Le llama a su madre y en cuatro caminos no tiene luz.

Digo, hostias.

Porque no solo aquí en el barrio.

Ya empezamos a ver los semáforos, todos apagados.

La gente ya pitando en el gúmena tronco, que es que piden papeles a mitad de cambio.

Y de repente vimos a un chaval en la calle.

Así es.