Episodio 23. Vacaciones con adolescentes. 2d4a

Hola a todos y bienvenidos a un nuevo episodio de Ni tú ni yo, el podcast donde las hebas hablan. Eva, dime, ¿hace poquito que has venido de viaje? Ah, sí, súper guay. Cuéntanos un poquito, va, que además ha sido un viaje muy especial por muchos motivos. Sí, por varios. Bueno, primero porque hacía tiempo que no me cogía tantos días seguidos. Entonces es verdad que en ese sentido mis compañeras en el trabajo han sido 18 días en total.

Sí, danos envidia, danos envidia. Sí, sí, sí. Y han sido 18 días con mis hijos y para nosotros también era un reto porque claro, era el viaje que hacíamos largo, sin papá. El primero.

A ver, primero, primero, exactamente no, porque ya habíamos intentado hacer viajecitos pequeños para ir acostumbrándonos. Sí, pero este estuvisteis en Viena, ¿no? Exactamente, hemos estado en Viena, muy bien, pero en Viena fue una semanita, tal. Y aparte es que este viaje, tú muy bien lo has dicho, era especial porque papá quería ir a este destino.

Entonces claro, era desbloquear también un destino que en principio mi marido quería ir. Pero bueno, muy contentos, vengo muy feliz, aunque sé que hoy me vas a preguntar y no es oro todo lo que reluce, ¿vale? Pero en la balanza general tengo que decir que estoy encantadísima de los hijos que tengo del país que he desbloqueado, en este caso, que ha sido Japón.

Y aparte también era muy especial porque me he reencontrado con una amiga que para mí es muy especial, Isa, la conocí con 16 años. Ella ha venido muchas veces aquí a Valencia y ha compartido tiempo conmigo. ¿De dónde es ella? Ella es exactamente de Tokio. Entonces claro, para mí era muy especial viajar allí porque ella me iba a estar esperando.

He estado muy bien acompañada en este caso también. Y además mis hijos han creado la misma relación que yo tengo con ella, pues la han creado. Porque además es una cultura muy diferente a nosotros. Es decir, ha sido... ¿Habéis hecho un viaje? Supongo que chulísimo, ahora nos contarás. Pero no, culturalmente...

Culturalmente no tiene nada que ver. Es verdad que es una cultura que, insisto, que a mi marido le gustaba, pero que mis hijos han arrastrado. Los dos tenían muchas ganas. Es verdad que comes totalmente diferente. A ellos les ha encantado la comida. Mucha gente me decía, ¿qué comerá Susi todos los días? Pues no, siento deciros que Susi he comido una vez, porque si quieres probar todo, no puedes comer solamente Susi. Entonces he desbloqueado, no sé, el ramen está buenísimo, hay mogollón. Gastronómicamente es un país muy amplio que te permite desbloquear muchos sabores. Y yo, como a mis hijos también les gusta, lo hemos desbloqueado.

Independientemente de lo que tú decías, pues hay cosas que nos llaman mucho la atención. Como que no hayan papeleras en toda la ciudad, en este caso, pero esté limpia. La gente no fuma por la calle.

Como que vayas a un metro y todo el mundo haga su fila uno detrás de otro. A mí me llamaban atención cosas como que hasta el metro tiene sonidos y parece que todos estén cantando. Te lo juro.

Y decía, Dios mío, siempre que venía el metro, porque empieza a tocarse una canción. Pero también es verdad. Hay otras cosas que me han llamado la atención. Además se lo preguntaba a mi compañera Alisa, porque yo le decía, Alisa, aquí los hombres se compran todos el traje en el mismo sitio. Porque los trajes, te lo juro, tú aquí vas a trabajar por las mañanas y la gente va, no sé, cada uno va con su estilo y van diferentes.

Allí, Eva, todos los que llevaban un traje, el traje era o azul marino o negro o gris marengo. Exacto, gracias. Pero muy marengo, que más bien era negro. Y todos la camiseta, la camisa o camiseta, podía ser camisa o camiseta, era o blanca o con algo un poco azul, pero para de contar. Entonces claro, daba una sensación de que todos son iguales. Y claro, Alisa me decía, es que Eva, aquí en Japón no se llama la atención.

O sea, llamar la atención es como seguir las mismas normas. Y es verdad, todos van por los mismos sitios, por los mismos carriles, todos van mirando sus móviles. Entonces es de, ostras, no te hablan, tú subes al metro, nadie habla, nadie, nadie. Solamente hablábamos nosotros porque éramos los extranjeros, de verdad. Nadie habla, todo el mundo va mirando su móvil.

Pero es que es más, tú quieres bajar del metro porque llega tu parada y antes te empujan que decirte, disculpa, que quiero bajar. No, no, no, no. A nada. No, no, no. Antes te empujan. Y eso está bien visto, ¿no? Eso sí, está normalizado. Tú te pegaron un empujón y tú, claro, tiendes a, ay, perdón. Pero yo decía, perdón, pero ellos, no, nada, nada, nada. Ellos bajan y bajan y tú estás en el medio, pues fuera. Espabilate.