Episodio 137 - El lago Ligustinos reaparece con las lluvias. Un mar navegable para Tartesia. ¿Cerca de la Atlántida? 3a5m3e

Con las últimas lluvias dilatadas en el tiempo por toda España y especialmente en el sur de la península ibérica ha reaparecido un legendario lago extenso y navegable a los pies de la ciudad de Sevilla y que hace miles de años estaba conectado con el océano atlántico. Este lago, que lleva por nombre Ligustinos, hacía posible la conducción de barcos tartésicos por esta zona que une la provincia de Cádiz y la de Sevilla. Y ya hay quienes se han aventurado a proponer que la relación entre Tartessos y Atlántida tuvo su punto de encuentro en esta zona sur de España.

En este nuevo episodio de Gargantua quiero hablarte del lago Ligustinos y su relación con la civilización de Tartessos, una rica sociedad de la que sabemos muy poco pero que se haya envuelta en el misterio y lo desconocido, pero sobre todo de cómo pudieron ser contemporáneos de los atlantes o al menos vivir el ocaso de esta mágica civilización.

Lo que hoy conocemos como Marismas del Guadalquivir, antaño era una gigantesca bahía que llegaba hasta la capital de Andalucía. Dicha bahía era conocida como el Golfo Tartésico por la civilización que habitó este lugar y que tiene un origen poco definido. Pero como ya te conté en otro episodio, pudo estar formada de sociedades mixtas y primitivas del siglo IX a.C. con fenicios y colonos griegos.

Toda esta amalgama de civilizaciones enriqueció la zona, así que podemos suponer que toda esta bahía, que se adentraba unos 100 kilómetros al interior, pueda estar llena de secretos. Y de hecho, investigadores no convencionales han hecho varios descubrimientos tartésicos en este triángulo que pisa Doñana y donde confluyen las regiones de Cádiz, Huelva y Sevilla. Las diferentes borrascas que han pasado por la parte occidental de Andalucía en las últimas semanas han provocado inundaciones en las zonas donde surgía este lago y han puesto en evidencia, por sorpresa, que hace miles de años podía entreverse un paisaje bastante diferente al que tenemos ahora.

Podemos decir, por tanto, que la naturaleza ha vuelto a reclamar como suyo este espacio tan humanizado y lleno de pueblos, ciudades y carreteras. La relación entre los tartesos y la Atlántida no está nada clara, y aunque muchas veces se han confundido entre ellas, podemos afirmar que se tratan de dos civilizaciones bastante diferenciadas. También me resulta confuso, después de leer y estudiar diferentes estudios arqueológicos, que hayan guardado relación.

Sin descartar, por supuesto, que una parte de los indígenas y autóctonos que fueron parte de la sociedad mixta de tartesos pudieran vivir cerca de los atlantes. Y puedo decir esto sin que nadie se enfade, porque lo último que sabemos sobre la Atlántida es la cercana y posible ubicación con el Golfo Tartésico, precisamente con el lago Ligustinos y del que trato en el episodio de hoy.

Cada cierto tiempo surgen nuevos descubrimientos tartésicos, como el del Santuario de la Bienvenida en Ciudad Real o el yacimiento de Turuñuelo, con los rostros en relieve y los caballos en sacrificio.

Estos hallazgos ponen de manifiesto no sólo la riqueza cultural que ha caracterizado la península ibérica desde siempre, sino también el intercambio enigmático de culturas, sociedades y civilizaciones que hoy día desconocemos. El lago Ligustinos provoca en las mentes inquietas un sinfín de posibilidades, porque siglos de sedimentación natural y la influencia humana pueden haber ocultado pruebas relevantes sobre nuestra historia y, además, respuestas a misterios o enigmas ancestrales del propio mundo occidental.

La principal y notable diferencia con la Atlántida es que tenemos