EP5XT2 | Emancipadas 1v3r10

Bueno, pues hoy queremos decirte a ver si tú te acuerdas realmente de cuando éramos jovencitas y mirábamos a Amelie.

Pensábamos que ser adultas significaba tener tu propia casa, tus propias normas y meter tu manita en un saco de legumbres.

Bueno, pues lo del saco de legumbres ha sido lo único que se ha cumplido y ha sido gracias a mi amiga Adela, que se montó una tienda de frutos secos y legumbres y esa ha sido la única fantasía Amelie.

Bueno, yo maldigo a Amelie.

Amelie, eres una estafadora.

A mí es que Amelie me dejó huella, como podéis comprobar.

Este peinado no es casualidad.

Lo que pasa es que tú, cariño, lo que pasa es que tú no tienes la cara de Audrey Tateau, ni la cara ni el cráneo.

Entonces, lo que le ocurre a Virginia es que va a la peluquería y dice quiero ser Amelie Poulain y sale siendo Cristóbal Colón.

Nos vendieron lo de emanciparse como si fuera un ritual sagrado.

De hecho, había mucha gente que con 17 pedía ya emanciparse de sus padres.

Es algo que se puso como muy de moda en los 90 y en los 2000.

También se puso de moda el término Nini, ni estudia ni trabaja.

¿Y ahora qué hacen hoy en día? Pues estudian, trabajan y no pueden pagar los pisos.

Nosotras tampoco, las millennials.

Nadie te avisa de que esa libertad de irse a vivir a algún lugar viene con un alquiler con el que para poder pagarlo deberás renunciar precisamente a esa libertad.

Yo emancipé joven.

Si es que ir a vivir con tu novio, bueno, podría llamarse emanciparse.

Y luego, como el novio me salió rana, me fui a vivir con mis amigas, que fue una experiencia religiosa que os recomiendo totalmente.

Compartíamos piso cuatro amigas y un hongo en la ducha.

Y bueno, es difícil ducharte mientras un hongo te está juzgando.

Compartir piso es como estar en una relación abierta, pero sin sexo, sin amor y con un Excel de limpieza que nadie cumple.

Una de ellas tenía un novio Ocupa.

Me acuerdo de ti, eres un sinvergüenza.

Te lo encontrabas por la mañana meditando, haciendo el saludo al sol en calzoncillos.

Luego, lavaba sus calzoncillos en la olla que compartíamos y robaba mis legumbres, que todavía Adela no tenía la tiendita montada y nos salían bien caras.

Amelie se quedó congelada en 2001 y cuenta la leyenda que nadie ha podido volver a vivir sola desde entonces, porque sí, amigas, emanciparse hoy es un privilegio, como el aceite de oliva o como poder pagarse la terapia.

Lo peor es que ahora, con casi 40, nos encontramos compartiendo piso y Netflix.

Nos dijeron que ser mujeres libres era tener una habitación propia, como Virginia Woolf, y nos lo hemos tomado al pie de la letra, cariño.

Habitación propia, pero en un piso para cinco.

Y aquí estamos, emancipadas, pero con tarifa plana y tres cuentas de HBO que ya no sabemos de quiénes son.

¡Bienvenida Mamarracha! ¿Estás escuchando? ¿Qué pasa? Era necesario hacer otro podcast, pero has hecho otro podcast.

Tengo cosas que contar y qué pasa, no soy egocéntrica ni nada.

Tantas cosas que contar y qué pasa.

Yo no soy una mamarracha.

Mamarracha, un podcast de Virginia Woolf.

Sí, señora, estamos en el aire.

Estamos en el aire.

Capítulo cinco.

Vamos a dar primero las gracias a Ikea Baleares, Ikea Mallorca, gracias por este fantástico set que nos encanta y nos llena de alegría cada semana.

Gracias, Moacis TV.

Y a ti, que estás viendo esto y nos sigues, también te damos las gracias.

Al que nos llama Orkos, no.

A ti no te damos las gracias, tú eres un sinvergüenza.

Esa es la verdad.

¡Orkos nos ha dicho! Pero bueno, ¿pero usted quién es? ¿Pero usted quién es? Muy mal.

Siempre son las mismas personas. Siempre.

Personas que no tienen foto.

Foto de perro.

O foto de nada.

O de nada, salvo a pantallas de Windows.

No has tenido ni el tiempo ni la molestia.

Esa gente que no se pone foto en el WhatsApp ni en Instagram, ¿qué aspiras? Psicopatía.

Yo lo creo. Igual los tienen bloqueadas.

No. ¿No? No.

Bueno. ¿O sí? No lo sé. No lo sabemos.

No lo sé. Lo que pasa es que si tú intentas hacer ahora una capturita de pantalla de una foto de WhatsApp, te dice que no puedes.

Es verdad. Te dice...

Sí, vulnerando...

No es que yo lo haga, ¿eh? Yo sí lo he intentado. ¿Cómo te has enterado? ¿Pero de qué? ¿De los estados de WhatsApp? No, de la foto de perfil.

¿Ah, sí? Guau, no lo sabía.

Te dice...

No, por ahí no.

Por la capacidad, no.

Por ahí no vayas.

Me parece bien.

Me parece bien.

A mí, regular. Me gustaba.