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El Ocaso De Roma
Ep 101. Juliano el Apóstata (IV): Estancia en Antioquía y Campaña persa

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22/5/2025 · 01:37:28
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El Ocaso De Roma

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Nos centramos hoy en el último año de la azarosa vida del emperador Juliano, que comienza con su salida de Constantinopla, al frente de sus tropas, en verano del 362 directo hacia Antioquía. Lleva a cabo allí interesantes labores de gobierno, aunque también tiene choques y altercados, con los cristianos de la ciudad. Es precisamente la mala relación del emperador con la ciudad del Orontes, lo que le lleva a hacer nuevas reformas (todo lo reforma este Augusto) a fin de cuadrar cuentas respecto a los cristianos. Ocho meses pasa nuestro hombre en Antioquía, hasta que en primavera del 363 comienza su campaña contra los persas. Una guerra sin cuartel, una campaña dura, exigente, en donde Juliano tendrá que superar innumerables pruebas, y en donde, como enemigo, contaba nada menos que con Sapor II, uno de los gobernantes más carismáticos de todos los tiempos. Lucha de titanes en Persia, una aventura fabulosa para la que contamos con el testimonio, de primera mano, del cronista, historiador y soldado Amiano Marcelino (qué lujo, amigos). Por cierto, dejo aquí un mapa que el equipo de cartógrafos del podcast ha hecho, a fin dequeístas entendáis mejor este episodio. Bienvenidos al capítulo 101 de El Ocaso de Roma. 6o5r2q

Lee el podcast de Ep 101. Juliano el Apóstata (IV): Estancia en Antioquía y Campaña persa

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Quiero dedicar este episodio a mi padre, que se llama Carlos, igual que yo. Sé que estas últimas semanas han sido duras por esa incómoda enfermedad, pero veo y siento que estás mejorando y eso me da fuerza. Quiero que sepas que estás en mi mente en todo momento y que este capítulo es para ti.

Incesante, extensa, profunda, así fue la labor de gobierno del emperador Juliano desde su mismo nombramiento como César en noviembre del 355, una labor llena de reformas, de ajustes estructurales que se hizo más relevante aún en el momento en el que se convierte en emperador único coincidiendo con la muerte de su primo Constancio II en noviembre del 361.

Unas reformas de gran calado que analizamos concienciadamente en el capítulo anterior y que tocaron todos los palos, la istración, la economía, la cultura, el ejército, el servicio postal, las funciones de los curiales, la etiqueta cortesana, muchas cosas, aunque Juliano dedicó una atención especial a todo aquello que tenía que ver con la recuperación y conservación de los viejos cultos, de la antigua religión, como vemos en la anulación de los privilegios a los cristianos o en la reforma educativa, que son reformas que le trajeron muchos problemas con los cristianos, especialmente aquí en Oriente, que es tierra poblada de ellos. No tuvo tantos problemas en Occidente, en el Rin, en la Galia, en donde en el siglo IV, salvo en algunas grandes ciudades, el cristianismo era aún testimonial.

Pero Oriente era otra cosa. Ya arrianos, ya nicenos, los cristianos, pueblan sus extensas urbes, las iglesias son muy grandes, acostumbradas a décadas de exenciones fiscales y de privilegios, y sus obispos son algo más ya que meras figuras religiosas. Son verdaderos animales políticos que reinan en sus ciudades e influyen en las decisiones de gobierno.

Por eso en Oriente hay choques, hay altercados, revueltas, desacatos, en donde tanto unos como otros, los paganos y los cristianos, se enfrentaron entre sí con el resultado de muertos, detenidos, exiliados, y esto nos llevó a hablar de una ruptura en la paz social, o cuanto menos, paz socio-religiosa, que se mantendrá así, rota, hasta bien entrado el siglo V en el imperio romano.

Muchas reformas por tanto, una actividad incesante, donde Juliano no dormía jamás, nunca descansaba, a fin de recuperar ese imperio romano glorioso, grande que él no se resignaba a ver desaparecer. Pero claro, son muchos ajustes, muchos cambios de gran calado en muy poco tiempo y el viejo imperio no pudo asimilarlos todos de golpe, es como si Juliano tuviera prisa por cambiarlo todo, mientras que la vieja Roma milenaria era lenta y marchaba a otro ritmo.

Se produce cierto desajuste por tanto entre deseo y realidad que frustra a nuestro joven emperador que lo exaspera, así que ¿qué hacer? Pues nada amigos, nada como una buena campaña, una buena guerra contra un enemigo común que aúne el destino de todos, de paganos y de cristianos en pos de un futuro brillante.

Juliano además odiaba a los sasánidas, los despreciaba y estaba convencido de que la civilización romana era muy superior y esto quería demostrarlo en el campo de batalla frente a unos persas que llevaban muy revueltos durante los últimos años. Ya Constancio II tuvo importantes altercados con ellos, choques fronterizos muy fuertes, muy graves que hacían de la frontera persa un lugar inestable y peligroso.

Pero esto iba a terminar pronto.

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