El Enigma del Paso Dyatlov 6zu1i

El enigma del paso Dyatlov, tragedia en la montaña de la muerte.

Descubre el misterio del paso Dyatlov, una expedición soviética de 1959 que terminó en tragedia.

Hoy repasamos el contexto histórico, la aventura de los excursionistas, el hallazgo de los cuerpos y las teorías conspirativas, avalancha, experimentos secretos, fenómenos paranormales, detrás de uno de los casos más inquietantes de la historia soviética.

Bienvenidos a crónicas insólitas.

¿Sabías que hay historias tan increíbles que parecen inventadas, pero son 100% reales? En el episodio de hoy nos sumergiremos en uno de esos enigmas históricos que aún despiertan inquietud, el misterioso incidente del paso Dyatlov en los Urales.

Corría el invierno de 1959 en la Unión Soviética y un grupo de jóvenes montañistas emprendió una expedición que nunca regresaría.

Semanas después, el equipo de rescate encontró evidencias tan desconcertantes que desafiaron toda explicación lógica.

Una tienda de campaña abierta por dentro, excursionistas huyendo descalzos, cuerpos con heridas inexplicables.

Una trama de valor, amistad y tragedia que ha alimentado decenas de teorías.

Acompáñanos a reconstruir esta historia paso a paso y, si te intrigan los misterios históricos, no olvides suscribirte a crónicas insólitas.

Prepárate para cuestionarlo todo.

En la década de 1950, bajo el régimen soviético de Khrushchev, la URSS fomentaba las actividades al aire libre y la exploración, pero también guardaba gran secretismo sobre sus proyectos militares.

Dentro de ese ambiente, un grupo de jóvenes aspirantes a guías de montaña del Instituto Politécnico de los Urales, Hekaterimburgo, diseñó una travesía ambiciosa.

Liderados por Igor Adyatlov, de 23 años, el equipo recibió el visto bueno de las autoridades deportivas locales y partió el 23 de enero de 1959.

Adyatlov reunió a nueve compañeros, todos estudiantes de ingeniería con experiencia en esquí de fondo, para realizar un recorrido de unos 300 kilómetros con destino al Monte Otorten.

Cada miembro era ya un experimentado caminante invernal, clasificación grado 2, y aspiraban a obtener la certificación de grado 3 tras completar esta ruta ardua.

Entre ellos había siete hombres y dos mujeres, Igor Adyatlov, el líder del grupo, junto a Yuri Doroshenko, Lyudmila Dubinina, Georgy Krivonisenko, Alexander Kolevatov, Zina Kolmogorova, Rustem Slobodin, Nikolai Tibiaux Blignoyes y Semyon Zolotariov.

El plan de la expedición era llegar al remoto Monte Otorten, a unos 10 km al norte de donde tendría lugar la tragedia.

Tras abandonar Sverdlovsk, actual Hekaterimburgo, por tren el 23 de enero, los montañistas llegaron el 27 de enero al último asentamiento civil, el pueblo de Viza.

Fue allí donde Yuri Yudin, de 21 años, cayó enfermo de disentería y se vio obligado a abandonar la excursión el 28 de enero.

Nadie sospechaba que era la última vez que vería a sus ocho amigos restantes.

Con nueve sanos continuó el viaje hacia los Urales del Norte, internándose en una región de bosques densos y temperaturas extremas, hasta menos 30 grados.

Durante los primeros días todo marchó según lo planeado.

El 27 de enero acamparon en Vizay y luego iniciaron la ruta por los montes Urales.

Las grabaciones y diarios que luego se hallaron muestran paisajes helados, duros vientos y mucho esfuerzo recorriendo kilómetros cada día.

El 1 de febrero los expedicionarios habían caminado ya cinco jornadas intensas, pero por un cálculo erróneo se desviaron del sendero previsto.

Al llegar la noche, decidieron plantar la gran tienda en la ladera de una montaña llamada Colat Siakl, nombre que en lengua mansi local se traduce como la montaña de la muerte.

Este lugar, empinado y solitario, resultaría ser su última parada.

Dyatlov, meticuloso con los preparativos, registró buena parte de la expedición con su cámara.

De hecho, una película recuperada del campamento muestra la última imagen conocida del equipo, varios de ellos recortando la pendiente con sus palas para acomodar la tienda sobre la nieve.

La fotografía real capturada momentos antes es estremecedora, hombres en chaquetas abultadas clavando palas en la nieve bajo una ligera nevada.

El grupo estaba confiado en su pericia, llevaban botas, ropa de lana, velas y linternas que utilizaban combustible de torio, una fuente que luego resultaría clave para entender un enigma adicional.

Esa noche la temperatura era gélida, las ráfagas de viento arreciaban, pero los jóvenes estaban preparados para el desafío.

En sus últimos registros se les ve sonrientes, compartiendo comida y ajustando el campamento.

Nunca más regresaron.

Cuando los días pasaron y los expedicionarios no volvieron, la Universidad de los Urales se alarmó.

Y Gordy Dyatlov debía enviar un telegrama confirmando su retorno.