En las butacas 56p1p

Yo miraba como mi esposo le chupaba la vulva a mi amiga, ella se apretaba las tetas y se excitaba. Mi marido no solo se la chupaba, también se la mordía. Yo estaba al lado de los dos y los miraba, no podía dejar de excitarme. Mi tanguita estaba toda mojada con mis jugos. Me bajé la tanguita y le puse la vulva en la cara de mi amiga. Ella nunca se la había chupado una mujer. Su lengua despacito comenzó a jugar con mis labios.

Mi cuerpo se encendía cada vez más y sus chupadas eran cada vez más intensas. Se la cogía por el culo. Mi amiga no se despegaba de mi vulva. Los tres acabamos. Del culito de mi amiga chorreaba leche. Sin dudar que su boca estaba toda mojada por mis jugos, no me resistí y la besé. Mi marido se calentaba cuando nosotras nos besábamos. Se levantó y puso su verga en medio de las dos. Nuestras lenguas jugaban en su cabecita. Su pene se ponía cada vez más colorado. Nuestras bocas se disputaban esa verga.

A partir de ese día, no hicimos otra cosa que experimentar nuevas sensaciones. Él era el enemigo de mi esposo y comenzó a besarme mientras me desnudaba. Al principio no me gustaba que mi marido estuviera mirando, pero a él le gustaba verme cojar con otro hombre.

Se bajó el pantalón y los calzoncillos. Me mostraba su verga. Me divertía.