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PODCAST DE TIM BENIYORK EN BENIDORM
El dopaje indetectable en el deporte: El genético

El dopaje indetectable en el deporte: El genético 175937

31/5/2025 · 04:33
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PODCAST DE TIM BENIYORK EN BENIDORM

Descripción de El dopaje indetectable en el deporte: El genético 5x50i

El dopaje indetectable en el deporte: El genético — ¿Y si te dijera que hay una forma de dopaje imposible de detectar? Una técnica que no deja rastro, que se camufla entre nuestros genes… y que convierte a los atletas en super humanos sin que nadie lo note. Parece ciencia ficción. Pero no lo es. — Desde hace más de dos décadas, se ha estado desarrollando una tecnología que no altera lo que el cuerpo recibe desde fuera, sino lo que produce desde dentro. Es el dopaje genético. Modificar el ADN de un deportista para que su cuerpo produzca por sí solo lo que normalmente se lograba dopándose con sustancias externas. — Lo que se hace es insertar un fragmento de ADN manipulado, diseñado para potenciar un gen concreto. Un gen que, al activarse, mejora el rendimiento del atleta. Y lo más inquietante: cuando se realiza un control antidopaje… no hay nada ilegal que detectar. Porque no se ha ingerido nada. Solo se ha reprogramado lo que ya estaba dentro. — Según el investigador David Varillas, esta técnica ya se está utilizando. En secreto. En silencio. En las sombras del deporte de élite. Solo al alcance de quienes pueden permitirse cifras astronómicas: 80.000 euros por inyección, hasta 320.000 por tratar un único gen. Pero, a cambio, pueden ganar millones en premios y contratos. Es una inversión rentable. — El dopaje genético trabaja sobre genes clave como el de la EPO, que mejora el transporte de oxígeno, o el de la insulina tipo 1, que potencia el crecimiento celular. También sobre el ACTN3, responsable del tipo de fibras musculares. Según lo que se quiera conseguir —más explosividad, mayor resistencia— se modifica el gen para conseguirlo. A la carta. — En deportes como el ciclismo, esto se traduce en una ventaja. Un velocista con más fibras rápidas. Un fondista con más resistencia. Y lo mismo podría estar ocurriendo en atletismo, natación, fútbol… cualquier disciplina. Porque el dopaje genético no entiende de especialidades. Solo de rendimiento. — ¿La parte más perturbadora? Este dopaje no deja huella. Se inyecta un virus con el ADN modificado que actúa durante un tiempo limitado. Luego desaparece. El cuerpo vuelve a su estado original. Y no queda ni rastro. Para detectarlo, habría que pillarlo justo en el momento exacto en que el gen alterado está activo. Una ventana de apenas tres meses. — Además, las pruebas necesarias para encontrar esta trampa son caras, complejas y muy específicas. Hablamos de estudios moleculares, detección de proteínas transgénicas… Nada que forme parte del protocolo habitual de la Agencia Mundial Antidopaje. Y ahí está el gran dilema: el dopaje avanza más rápido que la ética y los recursos. — Por ahora, nadie ha sido sancionado por dopaje genético. Pero muchos científicos y expertos están convencidos de que ya está ocurriendo. Que las medallas, los récords y los títulos que vemos cada semana en la televisión… podrían tener un origen mucho más oscuro de lo que imaginamos. — ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por ganar? ¿Y si el verdadero campeón no es quien entrena más, sino quien tiene al laboratorio más avanzado? El futuro del deporte ya no se juega solo en la pista. También se juega en los genes. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/247740 4c4y5s

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Y si te dijera que hay una forma de dopaje imposible de detectar, una técnica que no deja rastro, que se camufla entre nuestros genes, y que convierte a los atletas en superhumanos, sin que nadie lo note. Parece ciencia ficción, pero no lo es.

Desde hace más de dos décadas se ha estado desarrollando una tecnología que no altera lo que el cuerpo recibe desde fuera, sino lo que produce desde dentro. Es el dopaje genético, modificar el ADN de un deportista, para que su cuerpo produzca por sí solo, lo que normalmente se lograba, dopándose con sustancias externas.

Lo que se hace, es insertar un fragmento de ADN manipulado, diseñado para potenciar un gen concreto, un gen que al activarse, mejora el rendimiento del atleta.

Y lo más inquietante, cuando se realiza un control antidopaje, no hay nada ilegal que detectar, porque no se ha ingerido nada, solo se ha reprogramado lo que ya estaba dentro.

Según el investigador David Varillas, esta técnica ya se está utilizando, en secreto, en silencio, en las sombras del deporte de élite, solo al alcance de quienes pueden permitirse cifras astronómicas. 80.000 euros por inyección, hasta 320.000 por tratar un único gen, pero a cambio, pueden ganar millones en premios y contratos. Es una inversión rentable. El dopaje genético trabaja sobre genes clave, como el de la EPO, que mejora el transporte de oxígeno, o el de la insulina tipo 1, que potencia el crecimiento celular. También sobre el ACTN3, responsable del tipo de fibras musculares.

Según lo que se quiera conseguir, más explosividad o mayor resistencia, se modifica el gen para conseguirlo. A la carta. En deportes como el ciclismo, esto se traduce en una ventaja, un velocista con más fibras rápidas, un fondista con más resistencia. Y lo mismo podría estar ocurriendo en atletismo, natación, fútbol, cualquier disciplina. Porque el dopaje genético no entiende de especialidades, solo de rendimiento.

La parte más perturbadora, este dopaje no deja huella. Se inyecta un virus con el ADN modificado, que actúa durante un tiempo limitado, luego desaparece. El cuerpo vuelve a su estado original, y no queda ni rastro. Para detectarlo, habría que pillarlo justo en el momento exacto en el que el gen alterado está activo. Una ventana de apenas 3 meses.

Además, las pruebas necesarias para encontrar esta trampa son caras, complejas y muy específicas.

Hablamos de estudios moleculares, detección de proteínas transgénicas. Nada que forme parte del protocolo habitual de la Agencia Mundial Antidopaje.

Y ahí está el gran dilema. El dopaje avanza más rápido que la ética y los recursos.

Por ahora nadie ha sido sancionado por dopaje genético, pero muchos científicos y expertos están convencidos de que ya está ocurriendo. Que las medallas, los récords y los títulos que vemos cada semana en la televisión, podrían tener un origen mucho más oscuro de lo que imaginamos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por ganar? ¿Y si el verdadero campeón no es quien entrena más, sino quien tiene el al laboratorio más avanzado? El futuro del deporte ya no se juega sólo en la pista.

También se juega en los genes.

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