DEx 08x27 El Topo: La historia secreta del activo ruso que llegó a la Casa Blanca 63395o

Hola amigos, hola amigas, bienvenidos una semana más a nuestra cita en estos días extraños.

¿Cuántas veces has mirado el móvil mientras escuchas este podcast? No hace falta que contestes, yo ya sé la respuesta y tú también. De hecho, es más que probable que ahora mismo estés tentado a echar un vistazo rápido a esa notificación que te acaba de llegar.

Oye, tranquilo, que no te juzgo. Todos estamos en el mismo barco. Un barco que, por cierto, se está hundiendo lentamente mientras fingimos que todo va bien. La orquesta sigue tocando como si nada en el salón de baile. Pero los datos son demoledores.

El estadounidense medio, y esto sería extrapolable a España, pasa casi 5 horas diarias pegado a la pantalla del móvil. ¿Qué? ¿Te parece mucho? Pues espera a oír esto.

Los adolescentes llegan hasta las 8 horas y 12 minutos. Es decir, el mismo tiempo que pasan durmiendo. O a lo mejor más. Es como si hubiéramos creado un segundo mundo paralelo, donde vivimos la mitad de nuestras vidas. Y aquí viene la parte verdaderamente retorcida de esta historia. Este aparatito que supuestamente nos iba a conectar con todo el mundo, nos está dejando más solos que nunca. Es la gran paradoja de nuestra época.

Nunca habíamos estado tan conectados y al mismo tiempo nunca nos habíamos sentido tan aislados.

Las encuestas muestran niveles récord de soledad, especialmente entre los jóvenes. Es como si hubiéramos construido un enorme centro comercial lleno de tiendas, pero todas venden lo mismo.

Una imitación barata de la conexión humana real. Y ¿sabéis qué? Que todos lo sabemos. Es el elefante en la habitación del siglo XXI. Nos quejamos de nuestra adicción al móvil, mientras publicamos la queja en el móvil.

Lo que estamos viviendo no es casualidad. Es el resultado de una combinación perfecta diseñada para mantenernos enganchados. Imagina una máquina traga perras, pero que en lugar de monedas se alimenta de tu tiempo, de tu atención. Las redes sociales son eso. Un casino portátil diseñado por los mejores psicólogos para mantener tu cerebro en constante estado de 5 minutos más. El algoritmo conoce tus gustos mejor que tú mismo. Sabe exactamente qué contenido servirte y en qué momento para mantener el goteo constante de dopamina.

¿Te has fijado que cada vez que decides cerrar TikTok justo en ese momento aparece un vídeo irresistible? Pues no es casualidad. Es ingeniería social en estado puro.

Y aquí viene lo verdaderamente perverso. Cuanto más solos nos sentimos, más recurrimos al móvil en busca de conexión. Cuanto más tiempo pasamos en el móvil, más nos aislamos del mundo real.

Y así, una y otra y otra vez, es un círculo vicioso perfecto. Y mientras tanto, los espacios donde tradicionalmente nos relacionábamos están desapareciendo.

¿Cuántos bares de barrio han cerrado en tu ciudad? ¿Y cuántas cosas, yo que sé, centros sociales, clubs, lugares de reunión han sido sustituidos por tiendas de telefonía? La pandemia fue la auténtica guinda del pastel. Nos obligó a digitalizar nuestras vidas por necesidad. Y ahora parece que nos hemos quedado enganchados en ese modo.

El quédate en casa se ha convertido en quédate en casa.