La devoradora de miedos 273rj

Sin fronteras presenta relatos con la devoradora de miedos jesús entre las sombras me sentía una más de ellas la noche descendía para abrazarnos y ocultarnos de miradas extrañas o peligrosas el frío acompañaba mis pasos mientras el viento silenciaba el ruido de mis botas desgastadas las calles desiertas sólo dejaban paso a lo que había dejado de estar vivo espectros invisibles e intangibles aunque con una presencia que hacía temblar el hielo que vestía el pueblo desde hacía unas semanas el sol había desaparecido o más bien la niebla se lo había tragado en su densidad impenetrable fue a primeros de diciembre una capa de humo blanco ascendía entre las grietas que el terremoto había rasgado en el pavimento es como si la tierra quisiera quitarse el ropaje de cemento pesado que la encerraba en una tumba mientras todavía estaba viva quizá se movía en un intento desesperado de quitarse esa piedra artificial y muerta con la que la querían vestir en esta época una semana tardó el humo entra para el pueblo y quién sabe si el mundo entero las comunicaciones se cortaron las carreteras habían hundido en sus ramos de salida y entrada al pueblo una avioneta intentó seguir la niebla que formó el humo impidió que pudiera despegar no había visibilidad y los instrumentos de la cabina daban vueltas de una forma lenta constante sin pausas la niebla se quedó apenas a veinte metros del suelo la sensación de opresión se identificaba sobre los cuerpos y mentes de los habitantes poco a poco en escasos días el agobio y la sensación de claustrofobia fue perturbando la cálida paz del pueblo la primera es pelear fueron de boca después cuerpo a cuerpo y por último las que sólo acaban con la sangre huérfana de vida cuerpos tirados vestidos de sangre seca yacían en las calles los primeros en caer fueron enterrados los que llegaron después en una avalancha descontrolada abandonaron con la misericordia de las ratas adoradoras de un dios que en esos días se acordaba de ellas aplacando su hambre de carne muerta y su sed de sangre sin vida los días parecían noches y estas el negro abismo devorador de luz todavía olía a vida escasa y escondida detrás de aquellas casas adornadas con la belleza transparente del hielo las pocas personas que aún se aferraban a un filo hilo esperanza también olían a miedo miedo hermosa palabra una sensación poderosa que tiene la fuerza del odio la majestuosidad de la ira incontenible la belleza de una tormenta en el mar la caricia de un tigre abriendo en canal la sorpresa y sigue también el alimento del que me proveo desde la eternidad sólo la devoradora del miedo entre estas calles donde la oscuridad está de luto y las sombras son invisibles paseó despacio alimentando mi hambre de los residuos del miedo que aún quedan entre los silencios de los que se esconden entre esos muros a los que una vez llamaron hogar un perro se acerca