
Descripción de DESCRIPCIÓN DEL LIBERADO ho1f
El término "Jivanmukta" se refiere, en la filosofía Advaita, a individuos que han alcanzado la liberación espiritual mientras aún viven, permaneciendo en un estado de libertad del ciclo de nacimiento y muerte, así como de los deseos materiales. Estos seres iluminados experimentan una conexión profunda con lo divino, logrando un estado de dicha y liberación en medio de la existencia física. A través de la devoción y el entendimiento espiritual, el Jivanmukta encarna ideales de pureza, compasión y servicio, actuando como ejemplo de la trascendencia de las ataduras del mundo. 2l3r52
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Dice Sri Samkarakaria, filósofo hindú del siglo VI, refiriéndose, describiendo al liberado.
No se atormenta ni se deleita con los objetos de los sentidos, no los solicita, tampoco los rechaza.
El liberado en vida juega constantemente con su propio sí y se regocija consigo mismo.
Permanece siempre satisfecho con el néctar del gozo que no cesa.
Como un niño que olvidado de la comezón del hambre juega con sus juguetes, así se deleita el sabio, feliz, libre de la noción de lo mío y del yo.
Come lo que le dan por limosna, libre de preocupaciones, sin humillarse, y bebe el agua de los ríos.
Vive y duerme en el crematorio o en el bosque con plena libertad, sin restricciones, sin temor alguno.
Su vestimenta son los puntos cardinales que no precisan ni lavado ni secado, su lecho la tierra.
Se pasea por las grandes avenidas del Vedanta y su pasatiempo es el Brahman supremo.
El conocedor del Atman no lleva ningún hábito ni depende del mundo externo.
Se mantiene en el cuerpo pero no se identifica con él y al igual que un niño percibe a instancia de los demás los objetos de los sentidos que encuentra a su alrededor, bueno, así lo percibe.
Inmerso en el cielo de la conciencia, el liberado se pasea por la tierra a veces desnudo, a veces vestido, a veces cubierto de pieles, a veces parece un niño, otras un demonio o también un loco.
El sabio anda solo y aunque se mueve en un mundo de deseos, él mismo encarna la ausencia de pasiones, permanece siempre satisfecho consigo mismo e identificado con el sí de todas las cosas.
A veces parece un estúpido, a veces un sabio y en ocasiones es majestuoso como un rey, a veces vagabundea, a veces se muestra accesible y otras se comporta como una inmóvil pitón, a veces es honrado, a veces despreciado, otras ignorado.
Así vive el iluminado, siempre feliz, con el gozo supremo, aunque no tiene riqueza.
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