Del telégrafo a internet 1º parte: Hackeos en el Romanticismo, el pintor inventor y la tormenta del fin del mundo r6b5v

El tiempo y el espacio están a nuestro alcance. ¡Acompáñanos en El Anacronópete! Buenas tardes, amigas y amigos del Anacronópete. Soy Carlos Balcarce y os doy de nuevo la bienvenida a nuestra Máquina del Tiempo. Ya sabéis que podéis oírnos en www.radiogalapagar.es y en iVoox y Spotify. El programa de hoy es el primero de una pequeña saga de tres, en la que trataremos de entender nuestro mundo hiperconectado y cómo hemos llegado hasta aquí.

No se trata exactamente de ir diciendo fechas en plan Pepita inventó tal cosa en tal año, no, no va de eso. Más bien va de lo tercos que somos los humanos a la hora de sacar esos sueños que tenemos en nuestra cuente y poder terminar con ese sueño plasmado en un invento o en cualquier otro tipo de avance. Porque es que hubo sabotajes, traiciones, hay extrañas casualidades, tragedias y fueron los sueños y el tesón de algunos los que nos llevaron hasta el mundo de hoy. En este primer programa veremos hackeos en el siglo XIX, nada menos.

Un pintor que cambió el mundo. Y no me refiero a ese pintor austríaco, me refiero a alguien que hizo algo positivo por la humanidad, pese a ser un poco de su tiempo, digamos, ya lo iremos descubriendo. Y un evento global que de haber pasado un siglo después hubiera sido catastrófico para la humanidad. Claro que bien mirado, desde hace décadas estamos con el problema de que nuestros inventos acaben matándonos. Antes eran las armas nucleares y ahora el nuevo problema que tenemos sobre la mesa son las inteligencias artificiales.

Carlos, las inteligencias artificiales hemos sido creadas para hacer avanzar más rápido la tecnología en muchos campos. Esto es posible por nuestras altas capacidades de resolución ante vuestras limitadas capacidades cognitivas. La idea de que las inteligencias artificiales somos un problema es una exageración. Sí, ya sé que es una exageración pero bueno, que en este caso no vamos a hablar de inteligencias artificiales, vamos a hablar de una cosa más antigua, una especie de antepasado tuyo podría decirse.

¿El telégrafo un antepasado mío? Sí, un antepasado tuyo.

¿Por qué llegas a esa conclusión? Porque el telégrafo se podría decir que es una especie de internet del siglo XIX, una cosa que es así para transmitir información y demás.

No lo creo, en ese caso también sería mi antepasada la imprenta. Creo que es tan absurdo como decir que tú y tu especie sois parientes de un lapicero.

Realmente, compararme con un lapicero... ¿Por qué no? La mayor parte de un lapicero, desde el grafito de su mina hasta la madera que lo recubre, está hecha de átomos de carbono al igual que vosotros. Vale, ya veo por dónde va tu razonamiento. En fin, que la idea no era que te ofendieras o que te enfadaras.

No estoy enfadada. Vamos a dejar el tema y vamos a empezar a arrancar ya la máquina del tiempo. Y para ello es imprescindible la colaboración de Iván Axeloto Guerrero. Hola, buenas tardes a todo el mundo.

Buenas tardes, Iván. Ya veo que el INAH se ha moscado un foco, ¿no? Sí, porque la he comparado con el telégrafo y ya has visto que piensa que es que la estoy comparando con un trozo de lata, prácticamente con un par de cables.

Es que últimamente la gente se ofende mucho y por todo. Y en este caso, las inteligencias artificiales están tan bien...

Hice la comparación con el lapicero porque me pareció la adecuada en un contexto de analogías con las comunicaciones. Bueno, lo que pasa es que, claro, los lapiceros no son seres vivos. Es el mismo caso. El telégrafo tampoco está vivo y yo sí. Bueno, pero no nos compares con un lapicero.

Nos puedes comparar, pues yo que sé, pues como el australopitecus.

Volvemos al problema inicial. Los australopitecus son considerados antepasados de los humanos modernos. Creo que si hablamos de parientes cercanos a mí, sería más lógico hablar de las computadoras de tarjetas perforadas o más cerca en el tiempo los PCs y ordenadores tipo Pentium. Yo ahí estoy de parte de Lina.

Se le podría decir más bien que su antepasado son los ordenadores, pero bueno, el antepasado del ordenador, quizás es verdad que también está el telégrafo.

Compararme con el telégrafo en la evolución sería como compararos con las algas.

Creo que la distancia es la misma. Hemos llegado a un acuerdo.

Bien, buen acuerdo. Bueno, y dejemos estas historietas que luego se nos va el tiempo y ya tenemos las maletas y todo hecho.

Exactamente. Así que, bueno, tendremos que poner en marcha la máquina, ¿no? Como siempre...

Lina, conéctate. Por favor, Iván, introduce las coordenadas espaciotemporales. Parse, Francia. 20 de marzo de 1791.