El Daniel Sancho de los cortes en edición 49536o

Ah, y lo de meter antes lo de dar la claqueta, eso también estuvo guay.
Es que eso siempre lo hemos hecho.
¿Antes de la sintonía?
¿La claqueta? Ah, no, eso no, pero hacer la claqueta sí.
Claro, pero meterlo antes de la intro...
...mola. Y queda como muy de repente.
Pero porque hicimos canción.
¿Cómo?
No, pero nunca habíamos hecho lo que has hecho en este vídeo.
Claro, claro.
Que es empezar directamente con la claqueta como tal, intro y luego eso está guay.
Sí, porque hicimos un, dos, tres...
Caramba.
Claro.
Y casi ni acaba el caramba y ¡boom!
Y ¡boom!
Eso está guay. Esto se podría meter también.
Soy un genio de la edición.
Eres un genio, tío. La verdad es que sí.
La magia nace en la edición.
Iba a decir, eres el... pero es que no me acuerdo del nombre, tío.
Este, es que es duro lo que voy a decir, eh.
Porque no tiene sentido, es simplemente duro gratis.
Eres el...
¿Miguel Ángel?
No, no Miguel... hostia, es que va por ahí.
Pepe Sancho, su hijo, que descuartizó a un chaval en Tailandia.
Ah, sí, sí, sí.
¿Cómo se llama el hijo?
El carnicero de Miwoki o algo así.
Pues es no sé qué Sancho. Vamos a poner Antonio Sancho, Antonio José Sancho.
Pues te iba a decir, eres el Antonio José Sancho de la edición, por los cortes.
Ya, vale.
Bueno, pero bueno, esto lo dices tú sin gritarlo, ¿no?
El Jack, el destripador.
Mira, ves, eres el Jack, el destripador de los cortes.
Bueno, pues si quieres tiramos.
Hay que hacer claqueta.
Vale.
Un, dos, tres, caramba.
Con todos ustedes, Trece Celemines.
Bueno, pues nada, bienvenidos al episodio 21.
Bienvenidos.
De Trece Celemines.
Es 21 ya.
Es 21, sí.
Me flipa que sepas llevar el orden y te acuerdes de...
Pero es fortuito, quiero decir, es fortuito y que tengo la eso.
Quiero decir, que tengo la duao.
Porque después del 20, seguir el 21, yo me acuerdo.
Ya.
Pero es que yo nunca me acuerdo de qué número habíamos grabado.
Ahí se demuestra la implicación que tienes en el programa.
En el programa, ¿eh?
Nos han llamado de la primera, que nos pongamos las pilas.
Es que está en el drive.
Como lo subo, ahora lo subiré al episodio 21.
Ya.
O al 22.
Pero bueno, te recuerdo que luego lo descargo yo.
Sí, sí.
Como gratis, ¿eh?
Sí, sí.
Y puntos suspensivos.
Bueno, pues en este episodio 21 venimos un poco nude, un poco raw, un poco sin nada.
Como ya no hemos preparado mucho.
A ver, yo tengo una cosa que es la que tenía apuntada para el anterior.
Claro, yo también.
Ah, pues ya está. Va a tope.
Tienes tú una cosa y yo tengo una cosa.
Sí, y luego hemos estado hablando en el almuerzo que hemos ido a almorzar a la Terracita de nuevo.
Sí, esto lo hemos comentado ya, que se podrían haber llamado...
Porque es Terracita con Z.
Sí, se comentó.
Si fuera Terracita con Z.
Sí, yo creo que... es que claro, se lo he comentado a varias personas.
Hombre, mucho. Por eso te aprecio, porque me dejas a mí improvisar.
No, yo esto lo he comentado con varias personas, como idea tuya, por supuesto.
Y creo que lo comentamos ya.
Vale, pues entonces pasamos al tema.
Fuera.
Entonces, cada uno tenemos una cosa. A mí la mía me gusta mucho.
Creo que coinciden algunas.
Bueno, no...
¿Tú lo de la sustancia lo querías comentar?
Sí. Vale, lo de la sustancia no es algo que tuviera preparado.
¿La sustancia?
No, la película, sino el plato de comida que te marca hasta el otro día.
Que yo lo llamo la sustancia.
Entra como sustancia y sale como sustancia.
Ah, y hay algo que me he dado cuenta que hago mucho así.
Sí, me gusta mucho.
Sí, tío. Me puede el ansia de bailar.
Por cierto, ¿sabes? Te voy a contar algo.
Esto, a ver, no es preciso que nos circunscribamos al humor constantemente,
pero leí, me estuve informando mucho sobre...
Soy maestro, lo he hecho muchas veces, sobre los niños autistas.
¿Esto es previa aún?
Ah, no, esto es programa.
Me hace mucha risa llamarlo programa, ¿eh?
Podríamos llamarlo sustancia.
Pues resulta, es que los niños autistas, el autismo me flipa.
Es una condición que me parece alucinante.
Yo, de hecho, a mis compañeras siempre les digo que daría dos años de mi vida o tres,
quizá menos, o quizá de otra persona,
para poder ver esa cabeza por dentro, tío.
Las cabezas en general, pero el autismo me sulivella.
Pues resulta que los niños autistas se mueven tanto
porque pierden la propriocepción de su cuerpo.
No se sienten, tío.
Claro, pero no se sienten si se quedan quietos.
Por eso...
Sí, y eso lo contó un niño autista que habla como si tuviera 16 cátedras.
Es increíble, es una delicia oírlo, y lo explicó.