CONEJOS BLANCOS de Leonora Carrington 3e255b

Toda casa encantada todo castillo tenebroso fortaleza infernal tienen una puerta secreta cuya llaves son los sueños y su frontera tu imaginación y al otro lado oculta una mugrienta biblioteca llena de polvorientos volúmenes da cobijo a nuestra oscura conexión desde la tus decapitados buenas noches os habla vuestro asqueroso y pestilente anfitrión el guardián de vuestra polvorienta biblioteca de relatos decapitados han sentido alguna vez la sospecha de que su pequeña mascota está reaccionando ante una presencia desagradable que ustedes no pueden advertir no se extrañen yo también lo he sentido era mi suegra en camisón buscando desesperadamente su dentadura a ajá ajá ajá esta noche les ofrecemos una historia que se desliza en los velos de lo real y lo onírico como es típico en la obra de carrington pero les advierto hay lugares donde los conejos no se alimentan de zanahorias y donde las leyes de la naturaleza son apenas es un juego cruel alguna vez han observado a un lindo animalito hambriento pues cuidado con los conejos por detrás de su blancura inmaculada hace echarle algo mucho más oscuro hoy desenterramos el relato conejos blancos de leonora carrington narrado por raúl maestro ha llegado el momento de contar los sucesos que comenzaron en el número cuarenta de pittsburgh parecía como si las casas de color negro rojizo hubiesen surgido misteriosamente del incendio de londres el edificio que había enfrente de mi ventana con unas cuantas volutas de enredadera tenía el aspecto negro y vacío de una morada azotada por la peste y lamida por las llamas y el humo no era precisamente así como yo me había imaginado nueva york hacía tanto calor que me dieron palpitaciones cuando me atreví a dar una vuelta por las calles así que me estuve sentado contemplando la casa de enfrente mojándome de cuando en cuando la cara empapada de sudor la luz nunca era muy fuerte en pie street había siempre una reminiscencia de humo que volvía turba y neblinosa toda visibilidad sin embargo era posible examinar la casa de enfrente con detalle incluso con precisión además yo siempre he tenido una vista excelente me pasé varios días intentando descubrir en frente alguna clase de movimiento pero no percibí ninguno y finalmente adopte la costumbre de desvestirme con total despreocupación delante de mi ventana abierta y a hacer optimistas ejercicios respiratorios en el aire denso de pitt street esto debió dejarme los pulmones tan negros como las casas una tarde me senté afuera en el diminuto arco de piedra que hacía de malcom apoyé la cabeza entre las rodillas y me puse a observar a una mosca que chupaba el cadáver de una araña a mis pies alcé los ojos y vi algo negro en el cielo inquietante