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La época de las semillas
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Chapter 2

Chapter 2 147v

10/6/2025 · 40:40
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La época de las semillas

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Capítulo 2 Lo que hace el resto del mundo «No es todo tan malo», dijo mi madre, cambiando el ángulo de su argumento desde la esquina de mi cama. La miré, todavía a medio camino entre el sueño y la realidad. Quiero decir —continuó ella con rapidez, antes de que pudiera contradecirla— que hay mucho por lo que estar agradecida. Pudiste llegar aquí con nosotros. Tus amigos están contigo, a salvo.

Y además —dudó— «¿además qué?», pregunté con cierta agresividad. «Además, acá hay más gente que puede protegerte». Lo dijo con tanto tono de colectividad secreta, con tanto aire de misterio, que la rabia —esa rabia por las infinitas verdades escondidas— volvió a inundarme. «¿Quiénes pueden protegerme, mamá? ¿Y de qué exactamente? Me interesa que me lo digas», continué. Aunque más me hubiera gustado que me lo contaras antes, ya sabes, de que casi me mataran por cosas que ni sospechaba.

Crucé los brazos y esperé que me diera una respuesta satisfactoria. «Blanca, en este minuto necesito que seas la adulta que dices que eres», dijo con voz temblorosa.

Fruncí el ceño. No me parecía un comienzo muy auspicioso. «La mujer que conociste ayer es tu abuela, Isabel. Mi madre», lanzó. La sorpresa solo me quitó el aliento unos segundos. «Lo supuse», hablé al fin. Aunque jamás, jamás, never me imaginé que podían ocultarme algo así. Que mi abuela estaba viva. En realidad, todavía no lo puedo creer. ¿Hace cuánto sabes? ¿Desde cuándo están en o? ¿Sabías que la ibas a encontrar acá? Había tantas cosas por saber que se me olvidó sonar enojada. «No, cuando nos vinimos, ella no estaba aquí», respondió al fin mi mamá. «Llegó acá hace poco, aunque supongo que siempre supe que podía aparecerse por estos lados». «¿Por qué?» «Porque este es, en realidad, su territorio». «¿Nació acá?» «No, pero trabajó aquí mucho tiempo». «¿Y esa era una de las razones por las que no querías que yo viniera al principio?» «Bueno, sí, en parte». «Súper clara, mamá. Thanks». «Blanca, para mí no es fácil hablar de este tema. Ten un poco de consideración. Estoy haciendo un gran esfuerzo de contarte todo.

Lo que menos quería era involucrarte en nuestro… en nuestros líos. Pero no era posible, y tampoco justo, apartarme de esta parte de sus vidas, mamá. Al final fue peor que yo no supiera. ¿Te diste cuenta, cierto? ¿No encuentras que era más peligroso el colegio que este lugar? Es que no sabíamos. Nos confiamos, te prometo que no sabíamos que Abarca iba a llegar allá, y tampoco sabíamos que era… que tenía esas intenciones. O sea, sabíamos más o menos con quienes trabajaba, pero creo que nos confiamos en que por deferencia a Isabel… no sé, que no iba a ser tan terrible contigo.

Fue un descuido, y supongo que además contribuyó el hecho de que yo quisiera mantenerte alejada de esto. Hizo un gesto para señalar básicamente todo alrededor suyo. Su cara era de tragedia. Me dio pena y tuve que decirle… tal vez yo también tenga parte de la culpa, mamá. Sé que me dijeron que no sacara fotos ni hiciera nada raro en la reserva, pero… tomé algo. Me puse de pie y fui a buscar en el bolsillo chico de mi bolso.

Ahí, intacta, estaba la estrella de madera. Se la pasé a mi mamá y esperé su reto. Pero no llegó.

Solo la dio vuelta entre sus dedos, como si fuera un amuleto, mirándola fijo.

Benjamín tiene la teoría de que la detectaron en el scan al entrar al colegio, agregué aprovechando la calma antes de la tormenta, y que fue por eso que se desencadenó todo lo demás. Y el director como que me lo confirmó. Se demoró en responder y luego, cuando lo hizo, pude ver que estaba intentando hablar tranquila. «Te habíamos dicho que no deberías haberlo hecho, Blanca».

«Sí, sé», contesté rápidamente. «Ahora lo sé». «Bueno, lo que está hecho, hecho está», sentenció suspirando y me devolvió el fruto. Después agregó, «Ahora lo importante es ser más cuidadosos y también más honestos. Te pido disculpas por todo lo que no te dije».

«Mi intención jamás fue lastimarte, sino protegerte, pero no lo logré. Puedes preguntarme lo que quieras». Se notaba que se resistía, pero yo necesitaba respuestas, así que me lancé.

«Primero, ¿por qué querías mantenerme lejos? ¿No acabas de decir que el búnker es seguro? Es seguro porque está muy bien escondido, pero a la vez es un target gigantesco. Si nuestra ubicación fuera conocida, estaríamos en un serio peligro. Por eso necesitamos ser tan precavidos, todos juntos, sin excepción». Me miró.

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