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Casa Daga, la capital del espiritismo. Iniciada a finales del siglo XIX, es una pequeña comunidad no incorporada en el condado de Volusia, en el estado de Florida. Quizás aquellos que murieron dentro de sus confines estén enterrados en las comunidades del norte de donde emigraron hace mucho tiempo. Quizás estén enterrados en cementerios cercanos, de Dillon, Orange City, o en el vecino lago Helen, donde se encuentra el cementerio que a veces se identifica erróneamente como el de Casa Daga.

Sin embargo, sería justo decir que, si bien los lugares de enterramiento de los fallecidos no están aquí en Casa Daga, sus espíritus se iriambulan por el pueblo. Esto no es simplemente una observación natural, destila un principio central de la tradición religiosa conocida como espiritismo. Una tradición que define el lugar único de Casa Daga como la capital psíquica del mundo.

¿Y cómo llegó la comunidad a ostentar ese título? ¿Cómo es que un desierto que de otra manera no estaba desarrollado se convirtió en el hogar de la congregación de espíritas más antigua del sur? Antes de contestar estas preguntas, vamos con lo siguiente.

Cuando el fundador de Casa Daga, George P. Colby, llegó a Florida en 1875, su compromiso con el pensamiento espírita era bien conocido entre los buscadores de toda la costa este y especialmente en el estado de Nueva York, donde Colby nació en 1848. Afirmó que se le había inculcado inclinaciones espíritas a una edad temprana.

Un bautizo en agua helada de un lago dijo, había adelgazado el velo entre nuestro mundo y el mundo al que ascienden los espíritus, permitiéndole con el o directo con los del otro lado. Por extraño o poco convencional que parezca, la creencia de Colby en el o con los muertos no era un sentimiento infrecuente en su época. En el siglo XIX fue una época de rápida expansión, experimentación e invocaciones.

En la práctica de la vida religiosa estadounidense, surgieron nuevos y muchos movimientos religiosos, especialmente en puntos de o entre el pensamiento religioso y la nueva filosofía natural, inspiradas por la revolución científica como mezclas de ciencia natural y teología sobrenatural. El espiritismo fue uno de esos movimientos.

El mononismo y el cristianismo mentista del séptimo día son otras dos tradiciones estadounidenses que surgieron del mismo clima intelectual. En la mente de Colby y otros espíritas del siglo XIX, su percepción de la realidad era regular, racional y científica, clasificando y organizando observaciones sobre el mundo natural.

Es en este término, el mundo natural, que el pensamiento espiritista difiere tanto de la mayor parte del cristianismo como de las ciencias naturales. Mientras que muchos cristianos mantienen la creencia en la circunscripción física del cuerpo, los espíritas mantienen la creencia de que las personalidades, no los cuerpos, sobreviven a la muerte.

Aunque las variedades de espiritismo son muchas, estas tradiciones a menudo sugieren que el reino habitado por los espíritus es un espacio epísticamente ventajoso. Dicho de manera más simple, los espíritas creen que las personalidades humanas sobreviven intactas a la muerte y que son capaces de revelar a la humanidad cosas que aún no entendemos sobre nuestra propia condición y la naturaleza del universo.

Esta comprensión del universo revela la importancia de la práctica central del espiritismo, el uso de la media unidad para interpretar y comunicar a los vivos la información proporcionada a través del o con el mundo espiritual. George Colby afirmó que esta dualidad de media unidad le había sido otorgada a través de su frígido bautismo y pasó la mayor parte de su juventud dando conferencias sobre las nuevas realidades disponibles para aquellos que pudieran suscribirse al pensamiento espírita.

Colby actuó como apologista intelectual dando conferencias en nombre de los beneficios de las sesiones de espiritismo y como medium, él mismo demostrando los dones de las sesiones de espiritismo al realizarlas. Fue durante una de esas sesiones, dijo Colby, que uno de sus guías espirituales, un nativo americano al que llamó Seneca, le describió una parcela de tierra en la que Colby debería construir su retiro espiritual.

La evidencia sobre el contexto de esta revelación es escasa. Algunos relatos sugieren que la comunicación crítica ocurrió en la casa de T.D. Giddens en Euclid, Wisconsin, mientras que otros sugieren que ocurrió cuando Colby estaba de gira por Iowa, dondequiera que estuviera la génesis del mensaje de Seneca. Colby y su familia hicieron caso a la sugerencia y se dirigieron al sur ese mismo año. En octubre de 1875, los Colby llegaron a Jacksonville en tren y tomaron un barco hacia el sur, río arriba, por el río St. John.