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CRÍMENES QUE MARCARON ESPAÑA
Caso de la Guardia Urbana

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15/5/2025 · 21:11
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CRÍMENES QUE MARCARON ESPAÑA

Descripción de Caso de la Guardia Urbana 3f3d2g

Un coche arde en el pantano de Foix, su maletero esconde una verdad mortal. En este episodio, exploramos el crimen de Pedro Rodríguez en 2017, un caso, que destapó celos, mentiras, traiciones entre quienes debían proteger. Sumérgete en una historia de ambición, justicia, que sacudió Cataluña, marcó una época. Descubre un relato, que atrapa desde el primer minuto. 67y1y

Lee el podcast de Caso de la Guardia Urbana

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Vilanova y Lajeltru, Cataluña, 4 de mayo de 2017.

En las orillas del pantano de Foix, donde senderos serpentean entre árboles, un runner se detiene ante una columna de humo.

Un coche calcinado guarda un secreto que quiebra la calma de este refugio natural.

Pedro Rodríguez, atrapado en una vida de conflictos, yace en el centro de una red de celos, mentiras, ambición.

Esta historia revela un crimen que expuso las sombras de quienes juraron proteger.

Un caso que estremeció a España, dejó preguntas sin respuesta.

Esto es, Crímenes que marcaron España.

Hoy, el caso del crimen del pantano de Foix.

Detrás de los hechos, conozcamos las personas clave de este relato.

Pedro Rodríguez tenía unos 40 años y una vida marcada por los extremos.

La entrega y la desmesura, el amor y la rabia, el deber y la sombra.

Guardia urbano de profesión, Pedro residía en la urbanización Molidevent, en Vilanova y Lalleltru, donde compartía su día a día con Rosa Peral, su pareja.

A veces, también vivía con él su hijo, fruto de una relación anterior con Patricia, su ex mujer.

Su entorno cotidiano oscilaba entre el hogar, los compromisos familiares y los silencios de una carrera truncada.

En 2016, tras un altercado durante un control de alcoholemia, Pedro fue suspendido de empleo y sueldo.

La agresión a un motorista no sólo le costó su puesto momentáneamente, sino que también alimentó la imagen de hombre impulsivo y emocionalmente volátil, una reputación que lo perseguía incluso dentro del cuerpo policial.

A esto se sumaba una operación en la espalda, que le dejó implantado un tornillo ortopédico y lo mantenía bajo un tratamiento con analgésicos potentes, capaces de alterar su carácter y percepción.

Pero fue su relación con Rosa Peral lo que acabaría de arrastrarlo a un destino trágico.

Pedro era un hombre celoso, absorbido por el vínculo, incapaz de separar el amor del control.

Su intensidad emocional lo convertía en alguien que amaba con vehemencia, pero que también podía transformarse en alguien imprevisible.

Rosa fue para él más que una pareja, fue un centro de gravedad que lo devoró lentamente.

Rosa Peral, de 37 años, era una figura fascinante, de esas personas que no pasan inadvertidas.

Guardia urbana como Pedro, madre de dos hijas pequeñas, llevaba una existencia marcada por la contradicción, entre la maternidad y el deseo, entre el orden y el caos.

Su vida privada, agitada, compleja, incluso enredada, era tan notoria como su presencia.

Había enfrentado un escándalo público en 2008, cuando una fotografía íntima suya circuló por los pasillos de la guardia urbana, filtrada sin su consentimiento.

Aquel episodio la convirtió en blanco de burlas, pero también en un símbolo de resistencia para quienes la conocían bien.

Rosa no se quebró, aprendió a nadar en aguas turbias, a seducir, a manipular si hacía falta.

Dividía su tiempo entre su casa en Villanova y la Yeltrú, sus hijas, su trabajo, y una red de relaciones sentimentales que orbitaban a su alrededor.

Separada de Rubén, su ex marido, mantenía con él una relación conflictiva y tensa por la custodia de las niñas.

Mientras tanto, con Pedro tenía una convivencia intensa, apasionada, pero volátil.

Y en paralelo, seguía viéndose en secreto con Albert López, otro guardia urbano con el que compartía una historia profunda y peligrosa.

Albert López, también en la cuarentena, era el tercero en esta narrativa trágica.

De carácter reservado, físico imponente y una mirada difícil de leer, Albert fue compañero de Rosa en patrullas por Barcelona desde 2012, y desde entonces, su amante intermitente.

Su historia con Rosa no fue una simple aventura.

Fue una relación hecha de silencios, de códigos no dichos, de encuentros furtivos que resistieron el paso del tiempo y los cambios de pareja.

Para Albert, Rosa era más que un deseo.

Era una obsesión camuflada de lealtad.

Su carrera, como la de Pedro, también estaba salpicada por polémicas.

En 2012, un incidente con un vendedor ambulante que murió tras una persecución.

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