El Calabozo Redux - Vampiros de Marte de John Carpenter 191w6j

Malek, ¿por qué no demuestras que puedes patearme? Desátame. Vamos, puto chupapollas, víctima de la moda, acércate. Ya, cinco minutos, luego me das por el culo, no te gusta verme atado, ¿eh? Cállate de una vez. Vamos, desátame, capullo. ¿Qué ocurre, señor Crowe? ¿Has visto un vampiro? No. Para empezar, no son románticos, ¿vale? No son una pandilla de maricones que van con ropa de etiqueta, seduciendo a todos los que ven con su acento europeo, cutre. Olvídate de las pelis, no son murciélagos, los crucifijos no funcionan. El ajo, ¿quieres probarlo? Ponte ajos alrededor del cuello y uno de esos maricones te pillará y te dará por detrás, mientras no deja de chuparte la sangre del cuello, ¿vale? Y no duermen en ataúdes forrados.

Si quieres matarlos, les clavas una estaca de madera justo en el puto corazón. El sol les convierte en tostadas quemadas. ¿Entendido? Mejor que no. Si no abres ahora mi... Dí a alguien o se encontrará seguramente atados boca abajo y sin cabeza. Dí a tus perros que dejen de zanfarronear y hablemos. Bajad las armas.

Y nosotros a vosotros. Todos hemos visto lo que está pasando ahí fuera y si no seguimos juntos, ninguno sobrevivirá. Necesito que me des tu palabra, de que si abro la puerta, tú y tus hombres obedeceréis mis órdenes en todo momento. Yo nunca doy mi palabra. No importa. Yo tampoco hago tratos con delincuentes.