Business del saqueo 3i3o22

Extramuros. Marruecos se ha hecho aún más socio de Israel con el genocidio de Gaza. Dos empresas israelíes van a buscar petróleo y gas en aguas colonizadas por Marruecos en el Sáhara Occidental. La compañía Newmet Energy va a explorar un área de 34.000 kilómetros cuadrados a los pies de Canarias. Después será la firma ratio petróleo en una superficie de 110.000 kilómetros cuadrados. Rabat especula con riquezas que ni siquiera son suyas, sino del pueblo saharaui. El explorador es un israel acostumbrado a ocupar tierras ajenas. A los dos los une el vínculo con Estados Unidos, padrino de ambos, una colonia de origen y hoy furioso imperio en decadencia.

La información sobre las explotaciones submarinas de Israel en aguas saharauis ocupadas por marruecos es de Ignacio Zembrero. El periodista fue corresponsal del país en Rabat, pero presiones de la corona marroquí llevaron al diario a cambiarlo de destino y finalmente a echarlo. Desde entonces Marruecos no ha dejado de hostigar a Zembrero, a quien también ha espiado con el software Pegasus. El periodista denunció que el gobierno marroquí había usado el programa contra las autoridades de España, del presidente a varios ministros. Pegasus es made in Israel, que tiene puertas traseras de al espionaje. Lo que espiaba Marruecos lo sabía Israel.

Israel pasa por ser la única democracia de Oriente Próximo, a la espera de que los yihadistas sirios terminen de cristalizar su revolución. Y Marruecos mantiene con Estados Unidos una alianza estratégica. Trump lo vio claro en su primer mandato, Biden lo mantuvo en el suyo y todo irá más con la versión 2.0 de Trump en la Casa Blanca.

En esta era de puro poder ya ni siquiera hace falta citar a la democracia y sus valores. Marruecos suele salir en los papeles de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el resto de grandes majors de la cosa humanitaria y democrática global. Pero no sirve de nada. Los buenos siervos también tienen bula de impunidad.

A una generación de literatos les sedujo el Marruecos colonial, especialmente Tánger, que se quedó en la tierra de nadie y del protectorado durante décadas. Con la soberanía del rey y el fin del Tánger Internacional se fue acabando la bohemia. William Burroughs escribió allí el almuerzo desnudo, drogas, orgías gays y sátira.

Para los beatniks era un crucero a lo prohibido. Mohamed Choukri los destrozó a todos en Paul Bowles, el recluso de Tánger. No buscaban un pueblo del que aprender sino un escenario para sus fantasías. Hoy Marruecos ha aprendido. Paga a propagandistas y espía y acosa a las plumas críticas. Sobra la bohemia para triunfar en el business del saqueo.