Avergonzarse de Cristo - Lucas 9:26-27 - Luis Cano 6g271a

Segunda de Tiponteo capítulo 1 versículo 8. Por tanto, dice Pablo, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el Evangelio según el poder de Dios. Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conformea nuestras obras sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto, pero no me avergüenzo porque yo sé a quien he creído y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste en la fe y amor que es en Cristo Jesús.

Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Ya sabes esto. Que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son figelo y ermógenes. Tenga el Señor misericordia la casa de Onísíforo, porque muchas veces me confortó y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma me buscó solicitamente y me halló. Concédale al Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor. Ahora, si pasamos todos al Evangelio según Lucas, y como sabéis nos encontramos en el capítulo 9, en estas palabras que el Señor Jesús dijo y que quizá podríamos recordar otra vez en el capítulo 9 a partir del versículo 22. Dice así nuestro Señor Jesús y diciendo es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día.

Y decía a todos, si alguno quiere venir en pos de mí, niégese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí éste la salvará. Pues, ¿qué aprovecha al hombre si gana todo el mundo y se destruye o se pierde a sí mismo? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre y de los santos ángeles. Pero os digo en verdad que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios. Bueno, creo que en esta tarde tenemos una especie de contraste que hay que mirar con lo que hemos estado viendo esta mañana.

En esta mañana hemos visto nuestro descanso y nuestra fortaleza en ese poder de Dios que ya lo manifestó en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, su exaltación y puesta en el trono, en los cielos, así como ahora él es cabeza de la iglesia. Pero ahora, en este pasaje de Lucas, tenemos una idea más de jarro de agua, más de un hecho claro en nuestras vidas que nosotros debemos de tener en cuenta. Si bien decimos que nuestra vida es victoriosa, tenemos que hacer algunas reservas y creo que algunos de vosotros, si no todos, por supuesto, tendremos que tener en consideración en esta tarde de una manera muy seria para alertar nuestras almas. Nuestro Señor Jesús, que tiene estas palabras para nosotros, igual que para los que estaban siendo testigos en ese momento, nos anuncia su muerte y su resurrección, en cómo Él toma nuestro lugar y será despreciado por todos, pero que al tercer día resucitaría. Y así...