Auto Engaño 6n2r6u

Bueno, bueno, bueno. Compañeros, buenas tardes. Yo soy Miguel Ángel y soy un alcohólico más.

Y antes que nada, gracias por invitarme a compartir con ustedes. Gracias. Y con el tema de autoengaño, que es un tema muy, para mí muy, muy, este, me gusta. Me gusta el tema porque me recuerda todo el desmadre que viví creyendo que me la llevaba bien.

Tuve que darme cuenta de tanta estupidez, pero aquí lo importante no es eso, sino que también tuve la oportunidad de no arrepentirme por tanta pendejada. Es muy fácil, es muy fácil perderse en un programa espiritual, muy fácil desviarse, es muy fácil volverse santo siendo el puto diablo, cabrón. Y es bien fácil en Alcohólicos Anónimos vivir en el infierno creyendo que se está en el cielo, con cuánta facilidad se pierde uno.

Dice el padre Antonio de Melo, decía la naturaleza de la lluvia es la misma, o sea, lo que dice el padre, lo que decía el padre, porque ya murió, es que la lluvia tiene su misma naturaleza para todos, es una sola lluvia, no hay lluvia para esto, no hay lluvia para el otro, no hay lluvia para aquello, es la misma lluvia.

Y sin embargo, dice el padre, hace crecer espinas en los pantanos y flores en los jardines, o sea, una misma lluvia hace crecer cosas bonitas y cosas feas, la misma pinche lluvia.

Hace años me decían a mí que la Biblia era un arma de dos filos, te podía servir para vivir bien o para partirte tu madre, y es una gran verdad, hay gente que mata en nombre de la Biblia, en nombre de Dios, se hace en las guerras santas, es una gran verdad.

Pero ¿quién iba a decir que yo también tenía que vivir esos engaños en Alcohólicos Anónimos? Cuando yo llego, compañeros, yo llego ya más dispuesto, yo llegué a AA desde el 80, conocí a AA en el 80, pero como que todavía no era para mí AA, los veía como que muy enfermos a los Alcohólicos Anónimos.

Mi hermano que me llevó, con cuánta ilusión me llevó, cabrón, iba ilusionado de ver que su pinche carnal ya iba a dejar de beber, eso fue en 1980, y cuando salimos me dice mi hermano, pero así con esa esperanza, cabrón, ¿qué te pareció?, le digo, no mames, haces bien en estar aquí tú, no mames, están muy enfermos, yo en ese tiempo trabajaba en Presidencia de la República y estaba en un departamento que se llamaba Departamento de Servicios Sociales y como yo me encargaba de repartir qué boletos para el teatro, qué juguetes, todo para los trabajadores de Presidencia, yo le dije, acuérdame, cabrón, de mandarles juguetes a estos güeyes y algo, apoyarlos con ropa, algo, y yo nomás vi la desilusión de mi hermano, nomás dijo chale güey, no mames, ya tuve que perder ese trabajo, perder familia, en el 83 yo ya vivía en la calle, en el 84 Dios me concedió la fortuna de que el Panteón de San Juan Iztacala ya no cerrara sus puertas, porque antes la cerraban y tuve la oportunidad de vivir ahí parte del 84, un medio año del 84, tener mis cartones, mis cobijas, mucho tiempo las guardé, pero luego no sé quién pinche loco me las encontró y las tiró, yo las quería ir de recuerdo, cabrón, de recuerdo así chingón, entonces llegué al Colicos Anónimos, pero para esto del 80 al 84 entré a doble a unas 30 veces, 35 veces, yo costé un pedo quedarme en doble, a mí me costó un pedo compañeros, me costó una bronca, antes yo no podía manifestarme, digo que si lo hacía no podía abrirme de capa chingón, lo tuve que hacer por necesidad, porque…