
Un criminal confiesa sus horrorosos actos y la morbosa necesidad que le impulsa a cometerlos. 625k6l
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Narraciones inenarrables presenta De Howard Phillips Lovecraft Y C.M. Eddy Jr.
Los amados muertos Es medianoche Antes del alba darán conmigo y me encerrarán en una celda negra Donde languideceré interminablemente Mientras insaciables deseos roen mis entrañas y consumen mi corazón Hasta ser al fin uno con los muertos que amo Mi asiento es la fétida fosa de una vetusta tumba Mi pupitre, el embés de una lápida caída y desgastada por los siglos implacables Mi única luz es la de las estrellas y la de una angosta media luna Aunque puedo ver tan claramente como si fuera mediodía A mi alrededor, como sepulcrales sentinelas guardando descuidadas tumbas Las inclinadas y decrépitas lápidas yacen medio ocultas por masas de nauseabunda maleza en descomposición Y sobre todo, perfilándose contra el enfurecido cielo Un solemne monumento alza su austero chapitel ausado Semejante al espectral caudillo de una horda fantasmal El aire está enrarecido por el nocivo olor de los hongos y el hedor de la húmeda tierra mohosa Pero para mí es el aroma del Eliseo Todo es quietud, terrorífica quietud Con un silencio cuya intensidad promete lo solemne y lo espantoso De haber podido elegir mi morada, lo hubiera hecho en alguna ciudad de carne en descomposición y huesos que se deshacen Pues su proximidad brinda a mi alma escalofríos de éxtasis Acelerando la estancada sangre en mis venas y forzando a latir mi lánguido corazón con júbilo delirante Porque la presencia de la muerte es vida para mí Mi temprana infancia fue de una larga, prosaica y monótona apatía Sumamente acético, descolorido, pálido, enclenque y sujeto a prolongados raptos de mórbido ensemismamiento Fui relegado por los muchachos saludables y normales de mi propia edad Me tildaban de aguafiestas y vieja porque no me interesaban los rudos juegos infantiles que ellos practicaban O porque no poseía el suficiente vigor para participar en ellos, de haberlo deseado Como todas las poblaciones rurales, Fenham tenía su cupo de chismosos de lengua venenosa Sus imaginaciones maledicentes achacaban mi temperamento letárgico a alguna anormalidad aborrecible Me comparaban con mis padres agitando la cabeza con ominosa duda en vista de la gran diferencia Algunos de los más supersticiosos me señalaban abiertamente como a un niño cambiado por otro Mientras que otros, que sabían algo sobre mis antepasados, llamaban la atención sobre rumores difusos y misteriosos acerca de un tataratío Que había sido quemado en la hoguera por nigromante De haber vivido en una ciudad más grande, con mayores oportunidades para encontrar amistades Quizás hubiera superado esta temprana tendencia al aislamiento Cuando llegué a la adolescencia, me torné aún más sombrío, morboso y apático Mi vida carecía de alicientes Me parecía ser preso de algo que ofuscaba mis sentidos, trataba mi desarrollo, entorpecía mis actividades y me sumía en una inexplicable insatisfacción Tenía 16 años cuando acudí a mi primer funeral