50 Pregón Serafín Martínez Ortiz 12-04-25 6z572p

Me vais a permitir que antes de empezar tengo unas palabras para mi madre que está enferma y no nos puede acompañar esta noche.

Aunque no esté aquí, sé que su corazón va a estar con nosotros. Un besico y que me vean muy bien desde la tele.

Hoy más que nunca podemos pregonar que ya es Semana Santa en Tobarra, con la celebración de la primera procesión infantil que organiza la Federación.

Una procesión llena de ilusión, ilusión de los niños que han participado y la nuestra, pues vemos en ellos la continuidad de lo que hemos aprendido de nuestros mayores.

Es un placer compartir este momento con todos vosotros, párroco, autoridades, presidenta de la Federación de Hermandades y Cofradías, presidente de la Asociación de Amigos del Tambor, presidente de las Hermandades, pueblo de Tobarra, amigos y amigas, buenas noches.

Esta tarde hemos comenzado a recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el Maestro que no solo enseñó con palabras, sino con su propia vida, que no solo marcó un camino, sino que lo recorrió hasta el final con entrega, sacrificio y amor.

Jesús nos mostró que la verdadera grandeza no está en el poder, sino en el servicio, que la fe no se impone, sino que se transmite con el ejemplo y que el amor, por encima de todo, es el mayor de los mandamientos, un amor que acogió a todos, que perdonó sin condiciones y que sigue siendo la mayor lección jamás enseñada.

Fue un Maestro que enseñó con parábolas, con gestos, con silencios, que habló a multitudes, pero también se dirigía a cada persona de forma única.

No buscó discípulos perfectos, sino dispuestos a aprender. Su enseñanza no quedó solo escrita, sino en cada vida que transformó, en cada mano que tendió y en cada corazón que supo escucharle.

En la vida, en la fe, en la Semana Santa, todos hemos tenido Maestros, personas que nos han enseñado, que nos han señalado el camino y que, con su ejemplo, han moldeado nuestra forma de ser.

En mi camino Semana Santero he aprendido de muchos, familiares, amigos, desconocidos, incluso de los niños.

De todos ellos, cuatro han sido esenciales para mí, cuatro, como los evangelistas, que me han marcado cada uno con su visión y su forma de entender la Semana Santa.

Así como Mateo, Marcos, Lucas y Juan ofrecieron una perspectiva única sobre la vida y el mensaje de Jesús, mis cuatro Maestros me han transmitido la Semana Santa desde su propia vivencia.

Cada uno ha dejado en mí una enseñanza distinta, una forma de sentir y de expresar nuestra tradición.

Quizás, como ocurre con los evangelistas, algunos de sus relatos estén envueltos en la emoción del recuerdo, más que en la exactitud de los hechos.

Pero lo importante no es solo lo que sucedió, sino lo que significó.

Y lo que me han transmitido, lo que me han hecho sentir, es lo que ha dado forma a mi manera de vivir la Semana Santa.

El primero, como no puede ser de otra manera, fue mi padre, Serafín Martínez Ruiz.

He tenido la suerte de haber nacido y crecido en una familia donde Tobarra era muy importante para ellos y, principalmente, su Semana Santa.

Siendo niño, vi cómo un grupo de tobarreños luchaba para que nuestra Semana Santa se convirtiera en una de las más importantes, cada uno desde su lugar, reorganizando la asociación de cofradías, renovaciones de juntas directivas, confección de túnicas nuevas.

Veía cómo daban paso tras paso para mejorar y, sobre todo, dar a conocer nuestra Semana Santa a los niños.