32. El arte de vender sin parecerlo: ¿Cómo se anuncian los detectives? + charla con Manuel Rosa + tributo a Ángela Martí 4t52t

Resulta que un inversionista necesitaba investigar el pasado de un empresario británico antes de asociarse con él.

El hombre había vivido en Singapur durante una década, y su historial era clave para la decisión.

Un detective especializado verificó su trayectoria y descubrió irregularidades, por lo que el inversionista decidió no asociarse.

Caso real número 32 Saludos de este que os acompaña como siempre encantado y feliz como un colibrí, vuestro amigo y compañero Óscar Rosa como la pantera, dispuesto a haceros pasar un momento agradable junto a un equipo fantástico que lo va a hacer posible.

Hoy tenemos un episodio especial, monográfico, y por eso me acompañan únicamente Rafael Castro en el control técnico, Javier Álvarez haciendo magia con el sonido y Ana Cabello con su voz encantadora dando vida a cabecera de las secciones.

Hoy en la sección Detectivity entrevistamos a todo un icono de la profesión.

Algunos le llaman Manuel Rosa, otros Manolo, y yo le llamo papá.

Y en personajes de carne y sagüeso rendiremos tributo a una auténtica maestra detective, Ángela Martí, la segunda mujer en España en obtener la licencia de detective, una verdadera madame investigadora.

Bien hallados al episodio número 32 de El Loco del Fondo, el podcast sobre historias de detectives de verdad.

Hola, ¿qué tal? Episodio número 32.

Y hoy vamos con un programa monográfico, dedicado a algo muy especial.

¿Cómo los detectives privados se han dado a conocer? ¿Cómo han ofrecido sus servicios? ¿Cómo se han presentado ante el mundo? ¿Y cómo llegase a primer o con el cliente? Desde los anuncios en prensa del siglo XIX hasta el marketing digital de hoy.

Y es que hay profesiones que nacen con un cartel en la puerta.

Me explico.

Hay profesiones que el cliente busca activamente.

Uno va a una ferretería por una bombilla, a un abogado a pedir asesoramiento, a un mecánico por la reparación del coche y a una empresa de reformas por un presupuesto para cambiar la cocina.

Son oficios que viven de la necesidad evidente y que suelen tener algo en común, un cartel en la puerta.

Este cartel, muchas veces sencillo, basta para que el cliente entre.

No hay más secreto.

El dentista Carlos, por ejemplo, tiene su nombre en letras azules, un número de teléfono y una frase clara.

Nos importa tu bienestar.

Quien lo ve desde la calle sabe que ahí hay una solución.

La gente del barrio se acostumbra a su presencia y cuando llega el momento, una mula que duele, una revisión, un implante, se acuerdan de Carlos.

Y si el trato es bueno, si cumple lo que promete, los pacientes regresan y recomiendan a los vecinos, a la familia, a los amigos.

Y así empieza el boca a boca, uno de los mecanismos más antiguos y eficaces de la comunicación humana.

Y con los detectives también ha sido así, o mejor dicho, casi.

Porque aunque también han tenido placas, carteles, anuncios, su cliente llega de otra forma.

Llega después de días de darle vueltas, de noches sin dormir, de sospechas, de dudas, de un malestar que no siempre se puede contar.

¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Será legal contratar a un detective? ¿Cuánto costará? ¿Se enterará la persona a la que quiero que investiguen? Y es que el detective ha esperado durante años, a veces décadas, a que ese cliente llegue, a que cruce la puerta, a que llame por teléfono, a que escriba una carta y en los últimos años a que envíe un mensaje por una página web.

Y por fin se sincere.

Porque nadie acude a un detective por rutina o curiosidad.

Se acude cuando algo pesa, cuando hay una sospecha, una inquietud que se quiere comprobar, averiguar, contrastar y que además se aporten las pruebas.

Ese cliente puede ser un particular o puede representar a una empresa.

Pero en ambos casos el impulso es el mismo.

Hay una necesidad.

Nadie llama a un detective porque sí.

Y a veces esa necesidad madura en silencio.

El cliente ve un cartel en la calle.