27-05-25LDH - Tiempo de Pascua, Martes VI. Laudes 5wj4e

Buenos días a todos. En el martes de la sexta semana de Pascua, recemos las laudes con toda la iglesia, dando gloria a nuestro Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, levantándolo del sepulcro y rompiendo los cerrojos, librando a todos los cautivos. Dios mío, ven en mi auxilio.

Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

La primera luz del día ilumina el horizonte. Cielo y tierra cantan juntos, exultando de alegría.

Cuando Cristo victorioso se levanta del sepulcro y rompiendo los cerrojos, libra a todos los cautivos. Se acabaron los quemidos y dolores del infierno, clama el ángel anunciando, Cristo ha resucitado. Te rogamos, Señor nuestro, en el gozo de esta Pascua, que protejas a tu pueblo y nos des la paz ansiada.

A Dios, Padre, la alabanza, y al Señor resucitado, y al espíritu de ambos, igual gloria, por los siglos. Amén.

Ustedes se acercaron al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.

Hazme justicia, Señor. Defiende mi causa. Contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado. Tú eres mi Dios y protector. ¿Por qué me rechazas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen, y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría. Que te dé gracias, al son de la cítara, Señor Dios mío. ¿Por qué te acongojas, alma mía? ¿Por qué te inquietas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo. Salud de mi rostro, Dios mío.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ustedes se acercaron al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo. Aleluya.

Tú, Señor, detuviste mi alma ante la tumba vacía. Aleluya.

Yo pensé, en lo mejor de mis días, me tengo que marchar. Tengo que ir hacia las puertas del abismo. Me privan del resto de mis años.

Yo pensé, ya no veré más al Señor en la tierra de los vivientes. Ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo. Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor devanaba yo mi vida, y me cortan la trama.

Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león. Día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina. Gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen. Señor, que me oprimen. Sal fiador por mí.

Me has curado, me has hecho revivir. La amargura se me volvió paz, cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía, y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba.