207. Salud mental con perspectiva cristiana. 3d6z20

Hola, ¿qué tal estás? Después de muchas semanas con la mirada puesta en el Vaticano, hoy vamos a girar el rostro hacia otro lugar, en concreto hacia uno intangible pero de mucha relevancia en el plano de lo material y de las relaciones humanas. Un espacio de diálogo y reflexión compartida que, en esta ocasión, estuvo dedicado a la salud mental. Vida Nueva lo trae esta semana en portada y tú y yo, durante los próximos 30 minutos, vamos a extraer algunas perlas de esa jornada y también usaremos las pequeñas células grises para ver si somos capaces de descubrir implicaciones o extensiones de lo que allí se dijo.

Que no fue poco. Tanto si te resultan familiares conceptos como depresión mayor, ansiedad o bipolaridad, entre otros, como si has vivido en un entorno donde la salud mental ha sido o es tabú, te invito a acompañarme un ratito. Quizás alcancemos algo de claridad en espacios donde suele haber mucho de incomprensión, marginación y exclusión. Soy José Antonio y te doy la bienvenida al docentésimo séptimo episodio, el podcast de Vida Nueva.

1578. Esa es la fecha en la que podríamos tal vez establecer el inicio de la incomprensión de la enfermedad mental en el seno de la Iglesia Católica. ¿Qué dato tan específico y arbitrario te acabo de dar, no crees? No lo he leído en ningún sitio, es algo que te propongo si tenemos en cuenta que el año 1578 es cuando se dice que fue compuesto el poema de San Juan de la Cruz titulado Noche Oscura del Alma. Algo más tarde, en 1583, ese santo escribió un tratado más amplio con el mismo título. Te recuerdo el poema original. Dice así.

O, noche que guiaste. O, noche amable más que la alborada. O, noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada. En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía. Quedé, y olvidéme, el rostro recliné sobre el amado. Cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

Comenzamos el episodio recordando los versos de San Juan de la Cruz porque el impacto que sus palabras tuvieron sobre el imaginario católico de los siglos posteriores ha traído consecuencias muy negativas en relación a la salud mental. La teóloga australiana Xenia Pritchard es especialista en contemplación y hace poco más de una década realizó un análisis comparativo entre la depresión y lo que en la iglesia se conoce precisamente como una noche oscura del alma.

Ambos estados pueden presentar signos como tristeza profunda, aislamiento o pérdida del sentido de la vida. No obstante, la noche oscura se caracteriza por tener una finalidad espiritual y cierta apertura al misterio divino, mientras que la depresión suele ser un estado cerrado y sin horizonte claro. Pritchard advertía desde entonces sobre el cuidado que han de tener profesionales de la salud mental, sacerdotes y laicado en general para no confundir ambas situaciones.