1X07: Cara a cara con el peligro. ¡Derrotemos al dragón! 6y1sg

Nuro. Versión radiofónica. Escrita y dirigida por José Marqué.

Capítulo 7. Cara a cara con el peligro. Derrotemos al dragón.

Como recordaréis, encontramos la torre en mitad del bosque y despertamos sin querer a un enorme dragón que ahora se preparaba para acabar con nosotros.

En éstas estábamos, petrificados ante la figura de la bestia.

Su visión se basa en el movimiento. Si no nos movemos, no nos verá.

Eso no sirve de nada. A la de tres corremos. Una, dos y tres.

Correr o ser devorados, no había otra. Marco, a cuatro patas, en su forma lobuna, nos sacaba ventaja.

El pobre vivo no podía competir con un vampiro y un hombre lobo, y menos después de la caminata de aquel día.

El dragón estaba a punto de alcanzarle, y era culpa mía. Sí, vale, él se había acercado al pozo, pero yo le había arrastrado a esta locura.

¡Seguid corriendo! Me detuve en seco y me convertí en una extraña mezcla entre oso y lobo.

¡Bien, al fin me sale! Ahora falta que aguante.

Escuché a Marco gritarme algo, pero no hice caso. Me dirigí al dragón, y antes de que alcanzara a vivo, embestí con todo el cuerpo, y en un abrir y cerrar de ojos, la bestia me quitó de en medio con un revés de la cola.

Caí contra la verja y no perdí el conocimiento de milagro.

Nuro, ¿estás bien? Intenté decirle que escapara, pero no me salieron las palabras.

Mientras trataba de recuperarme y tomar aire para seguir luchando, contemplé la siguiente escena.

Mis amigos, corriendo hasta la extenuación, y tras ellos, el dragón, incansable.

Estaban en peligro, solo yo podía sacarles de allí, y sin embargo, estaba demasiado cansado como para volar.

Vivo y Marco rodearon la torre hasta la zona trasera, quedando fuera de mi campo de visión.

Por si fuera poco, el sol me achicharraba.

Me puse en pie a la velocidad que me lo permitieron las piernas, y eché a correr, cruzando los dedos.

Por favor, por favor, que no les haya pasado nada.

Me dolían los brazos, y aún más las piernas, pero no era momento de lamentarse.

No habría un después, si no daba el máximo.

Alcancé el otro lado de la torre, y choqué de frente con Marco.

Este, con fuerza, me agarró del brazo y tiró de mí.

Deprisa Nuro, vamos a refugiarnos en alguna parte, donde sea rápido.

Vamos, llévanos al otro lado, ¡transfórmate! No me quedan energías, aunque me transforme, no creo que tenga fuerzas para volar.

Mierda, en ese caso, será mejor que luchemos, no quiero servir de cena a un dragón.

Fue como si lo invocase, de pronto apareció, abalanzándose hacia nosotros.

Al verlo, me acordé de...

¿Dónde está vivo? Marco no contestó, la respuesta se reflejaba en sus ojos, y se escapaba, no en forma de palabras, sino de lágrimas.

No puede ser, es imposible, Marco, ¿qué ha pasado? ¡Di algo! Sin articular palabra, transformado en hombre lobo, se giró hacia la criatura, dispuesto a plantarle cara.