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En el afán de ser cada día más modernos vamos aplicando nuevas ideas qeu prometen ser la panacea a nuestra vida cotidiana. En ocasiones sucede que resulta que esas buenas ideas lo eran solo en la teoría y que, de hecho, son ideas nefastas que, por algún motivo, seguimos aplicando. Hoy hablamos de malísimas buenas ideas que perpetuamos estúpidamente en el trabajo. Emisión original: Onda Cero Catalunya (15 de mayo de 2025) ¡Puedo ayudarte! Si quieres saber cómo, visita mi web https://www.juliorosales.com 331f
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Bueno, llegamos aquí al estudio a nuestro coach de capsalera, el Julio Rosales.
Julio, ¿qué tal? Buenos días. Muy bien, ¿qué tal? ¿Cómo estáis? Me encanta el tema de hoy.
Malísimas buenas ideas. Hoy quieres hablarnos de estas ideas que parecían tan buenas cuando las pensamos en nuestra cabeza, pero que a la práctica han resultado ser un fiasco, pero que seguimos aplicando. Sí, y otro día hablaremos de por qué nos mantenemos en las malas ideas y no reculamos, y por qué nos las creemos y por qué seguimos. Esta idea me viene porque, como sabéis he dicho muchas veces con muchos de mis clientes, trabajamos productividad, pero claro, hay un monstruo contra el que no podemos luchar, que es cómo están conformadas las empresas con las nuevas modernidades.
Entonces, de eso quiero hablar un poco, de ideas que parecían estupendas. Hoy me voy a enfocar en el trabajo, pero me he dado cuenta de que en todos los ámbitos de la vida hay malas ideas que seguimos perpetuando. Hay muchas, o sea, que quizá esto sea ahora una serie. Ah, mira, hemos abierto un melón, vamos. Sí, hemos abierto un melón. Va, ponme algún ejemplo.
Venga, la primera que me viene es, que suelo escuchar músicos, son los espacios abiertos de trabajo, sin divisiones, sin barreras, que son muy guays, son inclusivos, que quieren fomentar la colaboración, pero que al final son un nido de ruido, de pérdida de concentración, de guirigay, y de esto sabéis algo aquí.
Hombre, yo siempre digo, cuando me vais con los cascos puestos, muchas veces no estoy escuchando nada, pero es para que no te molesten. Hay veces que necesitas, de verdad, concentración para hacer lo que sea. Tanto es así, que ahora en todas estas empresas, que son espacios abiertos maravillosos, ahora tenemos cabinas para aislarte si lo necesitas, o sea, que somos... Para meter una reunión en Teams o lo que sea.
Sí, sí, sí, es decir, entonces la propia idea cabina contradice a la idea espacio abierto, pero no... bueno, pues entonces el despachito venía bien, el despachito venía bien. Otra, los chats en el trabajo. Bueno, iba a decir, los chats en general.
Aquí es donde has visto otro melón, ¿no? Es que, a ver... Bueno, a veces son útiles, ¿no? Son útiles, pero los usamos mal. Los usamos mal, es decir, volvemos a lo mismo.
Si hoy está casi todo centrado en la productividad en el trabajo, es imposible mantener la concentración y este es el cáncer de las empresas, es decir, no somos productivos porque estamos todo el día distrayéndonos, entonces los usamos mal. Escribeme sólo cuando sea estrictamente necesario.
¿Entiendes chats o correos electrónicos? Es que el correo electrónico, bueno, las notificaciones en general, porque si usáramos bien el correo y no lo tuviéramos todo el tiempo abierto y miráramos el correo sólo entre tareas, ¿vale? Pues podríamos decir, vale, yo le escribo a Miriam, yo cuando te escribo no espero que me contestes inmediatamente, entonces creo que todos entendemos que el mail no se conteste inmediatamente, pero el chat sí. No todos. Así que tiene que haber una vía para cuando algo urgente, pero yo diría, si yo tuviera empleados otra vez, diría sólo usamos el chat cuando se está quemando la oficina, por favor.
Y tener todas las notificaciones, esto iba a ser súper guay también, en el móvil, todas las notificaciones, así estamos. Exacto, así estamos. Vale, las reuniones por videoconferencia. No me afecta tanto. ¿No? Vale, estás aquí en directo. Una maravilla, una maravilla en la teoría, sólo que ahora escucho continuamente, toda mi jornada estoy reunido en reuniones que podrían ser mails, ¿vale? Y al final, ¿cuándo se supone que tengo que trabajar? Y además esta moda que a mí me escandaliza, de que cualquiera te puede abrir una reunión.
Esto mucha gente me lo sugiere. ¿Así sin avisar? Sí, es decir, yo te busco y bueno, tú la puedes aceptar o no, pero al final la gente está disponiendo de tu tiempo. Mucha gente me pregunta por qué no pongo un sistema desde mi web para pedirme cita, que lo pida él propio. Estamos locos, tú me escribes, yo miro mi agenda, yo te voy a atender tan pronto pueda, pero no quiero yo encontrarme en mi calendario de repente que fulanito de tal quiere verme a una hora. Bueno, pues sí, esto iba a ser, nos iba a dar mucha flexibilidad, pero lo que nos ha dado son sesiones de reuniones.
Insisto que podrían, no es que no sean importantes las reuniones, que podrían ser mails. Estoy trabajando ahora con una empresa en productividad y estamos viendo cómo hacer para que las reuniones duren lo mínimo posible. Y solo cuando sea necesario. Exactamente, de hecho las reuniones que yo tengo con ellos, que son por videoconferencia, nos marcamos un tiempo y siempre estamos jugando a ver cuánto tiempo nos sobra. Si podemos rebajarlo. Sí, sí, sí, a rebajarlo. A ver, el horario flexible. El horario flexible está guay, en teoría también. El horario flexible implica que estás disponible a todas horas.
Pero yo creo que en este tenemos la culpa nosotros mismos. Totalmente, totalmente. Si te llaman a las siete de la tarde que ya no estás en tu horario, no lo cojas. No lo cojas. Pero lo coges.
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