17 años en la cárcel por el delito que cometió su doble 6y6434

Biografías y sus pasajes. Con Luis Martínez Valles.

Esta es una de esas historias que a veces te da por pensar que te puede pasar a ti.

Siempre se ha dicho, ¿verdad?, que tenemos un doble exacto en alguna parte del mundo.

Pero que lo tengas muy cerca, te puede meter en un problema.

Era un día de 1999 cuando Richard Anthony Jones, de Kansas City, es detenido por la policía si le acusa de haber robado el bolso a una mujer en el Walmart de Roland Park, al otro lado de la frontera. Un robo de hacía tres meses.

Él se preguntaba, ¿qué pasa?, ¿por qué me detienen?, ¿qué he hecho?, yo no he hecho nada. Bueno, pues al parecer. Un hombre que luego confesaría que incluso tenía algo de estar bajo los efectos de las drogas, reconoció su cara en una de las fotografías del archivo de la policía local.

Al mostrarles esa fotografía, tanto a la víctima como a otros testigos no tuvieron ninguna duda. Era el único de los seis que les presentaban, que formaban parte de aquella rueda de reconocimiento que encajaba con la descripción.

Sin embargo, no había evidencia física, ni ADN ni huellas dactilares para decir que Richard era el verdadero culpable. Además, él tenía una buena coartada. Y es que había pasado el día a ese día del robo en compañía de su novia y otros familiares en un parque.

No le sirvió. Esa coartada no le sirvió, pues pesó más lo que decían los testigos que su propia coartada.

El reconocimiento del testigo, el reconocimiento de la víctima y la opinión del juez lo llevó a ser declarado culpable y condenado a más de 19 años de prisión. Y aunque intentó apelar en numerosas ocasiones, no surtió efecto. 17 años.

Esos son los años que pasó Richard Anthony Jones en la cárcel. Lo intentó de todas formas, intentó apelar, intentó continuamente por los métodos judiciales que su condena fuese revocada. No hubo forma. Hasta que de repente una idea curiosa, una situación llamativa llega a sus oídos. Un momento. Empiezan a decirle a algunas personas, en la prisión precisamente. Oye, ¿sabes qué hay? Que hay un tipo que se parece a ti una barbaridad.

No es que os parezcáis, es que sois clavados, sois un espejo, sois el mismo. Sois tremendamente parecidos. Richard había solicitado ayuda a los investigadores del Midwest Innocence Project, que asesora a los presos injustamente encarcelados. Y con ellos pudieron aclarar algo, su caso. Un caso que, al parecer, se debía a toda una confusión.

El grupo de apoyo se puso en marcha junto a gente de la Escuela de Derecho de la Universidad de Kansas para ver qué podían hacer. Los abogados descubrieron que aquel hombre, ese tal Ricky, como se le conocía, no solo se parecía de forma sorprendente a su cliente, tenían un peinado muy similar, la tez de la piel muy parecida, es que además te llevaban peinado de trencitas, tenían la barba perfilada muy fina, la cara realmente similar, incluso los gestos, los labios, los ojos, muy parecidos. Realmente, ver las dos fotos juntas y te quedas bastante mosqueado. Resulta además que este tal Ricky no solo vivía muchísimo más cerca