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Descripción de 14 Fundamentos de las formas musicales 81316
Sesión del curso de apreciación musical desarrollado por la Escuela VIVA de Periodismo 6k2t27
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Curso de apreciación musical. Fundamentos de las formas musicales.
Hola y bienvenidos. Hoy vamos a meternos con algo fundamental en la música, la estructura. O sea, cómo se organiza todo esto del sonido para que, bueno, para que tenga sentido, para que nos cuente algo. Claro, hablamos de la forma musical, ¿verdad? Como el esqueleto que lo sostiene todo, le da coherencia, permite que sigamos el hilo. Eso es. No es una jaula, ¿eh? Más bien un marco, un marco para crear y para entender. Exacto. Y no se trata sólo de analizar por analizar, que a veces suena muy técnico. La idea es que reconocer estas estructuras nos ayuda a escuchar mejor, ¿sabes? A conectar más, diría yo.
Sí, a participar casi. Dejas de sólo oír y empiezas a entender, incluso a anticipar un poco lo que puede venir. Se disfruta más, creo yo. Estoy de acuerdo. Bueno, pues vamos a ver algunas de esas estructuras clave, las que más aparecen. Empezamos por lo básico, ¿te parece? Perfecto. A ver, la más sencilla quizás sea la forma binaria. Sería A-B, simplemente dos secciones que son distintas, que contrastan. Pensemos, por ejemplo, en muchas danzas antiguas, del barroco o incluso estrofas de canciones muy simples. Lo importante es notar esa diferencia, esa relación entre la parte A y la parte B.
Vale, A y luego B. Fácil. ¿Y después qué viene? Pues una evolución muy natural es la forma ternaria A-B-A. ¡Ah! Volvemos al principio. Exacto. Hay un contraste en medio, la sección B, pero luego ¡pum! regresamos a A. Esto da una sensación de equilibrio, ¿no? De que algo se cierra. Sí, como de ciclo completo. Es bastante reconfortante, ¿verdad? Ese regreso. Muchísimo. Y es súper común. Lo encuentras en minuetos, en áreas de ópera, en canciones pop. Y fíjate qué curioso, esa parte B, al ser diferente, hace que la vuelta a A se sienta aún más como volver a casa.
Claro. Refuerza la sensación de unidad al final. Vale, A-B-A. ¿Y si queremos más juego? Ah, pues ahí entra el rondo. La estructura sería algo como A-B-A-C. Y así puede seguir.
O sea, un tema principal, A, que no para de volver. Eso es. Como un estribillo. Sí. Actúa como un ancla. Y entre cada aparición de A metemos episodios diferentes. B-C-D.
Ah, ya. Como esas canciones que tienen un estribillo súper pegadizo, que vuelve una y otra vez. Pero las estrofas van cambiando.
Exacto. Da esa mezcla de familiaridad, porque A siempre vuelve, pero también de sorpresa, de pequeña aventura con cada episodio nuevo. Se usa mucho en los movimientos finales de conciertos o sonatas, para dar una sensación enérgica y recurrente.
Pero, ¿no puede hacerse un poco pesado si A vuelve tanto? El tema A tiene que ser lo bastante bueno, memorable, para aguantar las repeticiones. Y los episodios B-C-E tienen que ser lo suficientemente distintos e interesantes para que no decaiga la cosa. Tiene sentido. Es un equilibrio.
Vale, y de la repetición con cambios, pasamos a la transformación pura.
Justo. Llegamos a las variaciones. Aquí la idea es, presentas un tema, normalmente bastante claro, y luego empiezas a darle vueltas, a transformarlo.
¿Cómo? ¿Cambiando qué? De todo. Puedes cambiar la melodía, el ritmo, la armonía, la textura, el timbre… lo que se te ocurra. Es como mirar el mismo objeto desde un montón de ángulos diferentes, ¿no? Muy buena analogía.
Sí, cada variación te muestra una cara nueva del tema original. Algunas pueden ser muy parecidas, casi adornos, y otras pueden llevar el tema a un lugar casi reconocible.
Ahí hay que estar atento para no perder el hilo.
Desde luego. Requiere memoria, comparar constantemente con el tema que oíste al principio. Es fascinante ver la inventiva que cabe ahí. Piensa en Bach, en Beethoven, maestros de la variación. Y nos queda una forma importante, aunque quizás más compleja de seguir.
La fuga, me imagino. Suena… densa.
Sí, lo es. Se basa en la imitación. Hay un tema principal, llamado sujeto, que va entrando en diferentes voces, una tras otra.
Como si varias personas hablaran de lo mismo, pero empezando en momentos distintos.
Algo así, pero de forma muy organizada y entrelazada. Es lo que llamamos contrapunto.
Se crea una textura muy rica, una especie de conversación polifónica.
Suena muy intelectual, muy técnico. Tiene también su parte emocional.
Totalmente. Es un error verla solo como un ejercicio. Una buena fuga es pura tensión, puro diálogo. Puede ser increíblemente expresiva.
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