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La ocupación del espacio público por parte de los hombres es evidente, incluso en los paseos. ¿Has intentado alguna vez pasear con una trayectoria fija, sin retirarte constantemente a un lado para dejar pasar a otras personas? ¿Quién crees que se aparta siempre, ellos o ellas? ¿Has probado a andar como si tuvieras preferencia? Si eres más de leer, lo tienes en pecadospatriarcales.com 4m3b1s
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Hoy leo el artículo de ¿Quién es la calle? Mis paseos en línea recta.
La ocupación del espacio público por parte de los hombres es evidente. Todo lo ocupan ellos y sus actividades. No hay más que ver el patio de los colegios micropatriarcados diseñados para enseñarnos cuál es nuestro sitio, los márgenes. ¿No te lo parece? ¿No te habías dado cuenta? A mí me costó. Hace años unas arquitectas nos contrataron para hacer la imagen de un proyecto de urbanismo feminista.
Y nada más lo podía creer lo primero que pensé. ¿Cómo va a ser una ciudad machista o feminista? Son calles, edificios. No tienen género. Pues sí, claro que tienen género. Son espacios proyectados en masculino. Como siempre, un par de libros después, ya era consciente, entre otras muchas cosas, de la invasión masculina de las calles.
Hay mucho que analizar, pero hoy solo quiero hablar de un aspecto muy concreto. Pasear por la ciudad. Porque no solo han diseñado las ciudades para dar preferencia a los coches, forma de transporte masculina por excelencia. Además, cuando bajan a las aceras, se comportan como si también fueran suyas. Las mujeres paseamos más, nos desplazamos más a pie, pero andamos por un espacio prestado.
Con esta nueva mirada me di cuenta de que iba por la calle cual jugadora de rugby agarraba mi pelota esquivando obstáculos constantemente en un zigzag desordenado hasta que llegaba a mi meta. Si el obstáculo se movía para dejarme paso, que si siempre era una amable señora. Ahora bien, cuando el obstáculo era masculino, siempre me quitaba yo. Y así más o menos fue cuando se me metió en la cabeza una idea.
Quiero andar en línea recta. Mis paseos en línea recta. ¿Has intentado alguna vez pasear en línea recta? No, recta recta, obviamente, no queremos traspasar paredes. Me refiero a andar como si hubiera un carril fijo marcado en el suelo. Igual que en las autopistas. En las aceras no hay coches, pero hay mucha gente y hay normas no escritas por una cuestión de convivencia. Por eso podemos andar sin chocar todo el rato. Por ejemplo, andar por el lado de la derecha parece bastante frecuente, imitando la circulación de los vehículos.
Bueno, no son las mismas normas para todo el mundo. Mi primera fase fue puramente observadora y se me hizo muy larga. No me animaba a pasar a la acción. Me sirvió para comprobar lo que ya me habían contado, que frente al modesto uso femenino del espacio público se da un abuso masculino del mismo. Empecé contando la cantidad de veces que me apartaba para dejar pasar a hombres que parecían tener preferencia, da igual que circularan por uno u otro lado, y comparando con las pocas veces que me apartaba con las mujeres.
Es cierto que cuando ellos se ponen caballeros te ceden el paso, como cuando te abren la puerta y te invitan a entrar primero. ¿Te has fijado? Da más rabia aún, te ceden, te invitan. El espacio es claramente suyo, así lo sienten, así se comportan en él, pero así lo sentimos nosotras y así nos comportamos, como si no fuera del todo nuestro.
Entonces, pregunto de nuevo, ¿has intentado seguir una trayectoria fija hacia tu destino sin estar constantemente retirándote a un lado para dejar pasar a otras personas? ¿Has probado a andar como si tuvieras derecho a ocupar un espacio en el mundo, como si tu destino fuera importante? Fue después del confinamiento, cuando pudimos relajarnos con las medidas de seguridad, cuando me propuse pasar a la acción. Al principio era casi imposible, si quien venía andando hacia mí era un hombre. En cambio, me costó poco conseguir que ellas se apartaran, solo tenía que mirar al frente como si supiera exactamente hacia dónde voy, como si tuviera una meta clarísima y tuviera más claro todavía lo importante que es.
No tengo tiempo para apartarme, ellas lo hacen por mí igual que antes lo hacía yo.
Ellos no cedían, igual alguno, aunque fuera al final. No tal men, ya sabes, pero al grupo grande, enorme y descomunal de propietarios de la calle le cuesta compartir trayectoria. Bueno, soy Tauro, me empeñé en conseguirlo. Me costó. Más de un año, casi dos. También fue un proceso personal, eso de pasar de una autoestima regulera a una.
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