1. En busca del tesoro de La Ossa 2x5q1t

Mirad estas fotos de cuando erais niñas. Aquí, en la romería de San Pedro. Aquí, dando un baño veraniego en las lagunas. Estas, estas son más antiguas. Yo en mi primera comunión.

¡Anda! Esta es en el cine de Barbino. Y aquí, con mis amigas, un domingo de baile. ¡Ay, qué joven era! ¿Y estos quiénes son? Estos son mis padres el día de su boda. ¡Qué diferencia con las bodas que hacen ahora! ¿Y quién es ese hombre tan serio? Pues fíjate, ese hombre es mi abuelo Pedro. Y curiosamente, la razón por la que estáis aquí.

Y cuando digo aquí, me refiero en Osa de Montiel.

¿Por qué lo dices? Porque él no era de aquí. Vino de un pueblo de La Mancha, a La Osa, a trabajar. Pero conoció a mi abuela y aquí para siempre se quedó.

¡Hala! No sabíamos eso. ¿Llegaste a conocerlo? ¡Claro! En gran parte me crié con él. Y os voy a contar una historia para entender por qué mi abuelo Pedro quedó enamorado de esta tierra. Fue una broma de los mozos del pueblo, o una aventura, como queráis tomarlo.

¿Una aventura? Sí. Y es que gracias a él veo el pueblo con unos ojos distintos. Cuando era niña, me subía a donde ahora se encuentra el centro de interpretación. Desde allí, me contaba los secretos de este rincón montés y pedregoso que desciende a valles cargados de agua, bien conocido como el campo de Montiel. Y me enseñaba el nombre de sus parajes, las plantas y animales de sus campos, los oficios de esta tierra y también que, por aquí y por allí, hay restos muy antiguos como el de la mitológica ciudad de Lagos, el castillo de Rochafrida o la ermita de San Pedro.

Pero para que lo sepáis, nuestro pueblo parece fundarse tras la conquista cristiana, allá en el siglo XIII, quedando en manos de la orden de Santiago. Cobijado en un hondo, alimentado por su monte, tuvo duros momentos en su historia, como aquel cuando 1.500 soldados enviados por Carlos I en el marco de la guerra de comunidades a principios del siglo XVI arrasaron campos, casas y las gentes del pueblo tuvieron que huir para salvarse.

Pero nosotras no queremos ahora escuchar cosas tristes, queremos saber la aventura de tu abuelo.

Bueno, de acuerdo, así comienza.

Ocurrió hace muchísimos años, en una mañana calurosa de mayo.

Pedro era joven y cuatro mozos del pueblo le habían propuesto llevarlo a ver el tesoro de la osa.