
017_Series Páginas Oscuras - La joya de las siete estrellas 4ª Parte 5z6a4z
Descripción de 017_Series Páginas Oscuras - La joya de las siete estrellas 4ª Parte 1311b
4ª Parte.- La joya de las siete estrellas Sinopsis. Malcolm Ross, un joven abogado, recibe una llamada urgente en plena noche de Margaret Trelawny, una mujer a la que conoce y por la que siente una gran iración. Alarmado por su tono de voz, acude de inmediato a su casa, donde descubre que su padre, el renombrado egiptólogo Abel Trelawny, ha sufrido un misterioso incidente y permanece inconsciente en circunstancias inexplicables. A medida que la noche avanza, Malcolm se ve envuelto en un ambiente inquietante dentro de la mansión, rodeado de artefactos egipcios, manuscritos antiguos y una sensación creciente de peligro. Junto con Margaret y el doctor Winchester, intentan vigilar a Trelawny y entender lo que está ocurriendo, pero fuerzas desconocidas parecen acechar en la oscuridad. Al amanecer, comienzan a emerger más preguntas sobre la vida del arqueólogo y sus investigaciones, revelando conexiones intrigantes con antiguas civilizaciones y secretos enterrados en el tiempo. Mientras tanto, los acontecimientos en la casa sugieren que algo más está en juego, y la línea entre la historia y lo sobrenatural comienza a desdibujarse. Novela escrita por: Brams Stoker Sinopsis: Javier Matesanz Musica: Monsters Are Real - Dream Cave (Epidemic) ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/352537 4d4bp
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Baúl de libros presenta las series de páginas oscuras. Hoy presentamos la adaptación de La joya de las siete estrellas, escrito por Bram Stoker. Cuarta parte. 10. El valle del hechicero.
Puse el libro sobre la mesita donde se encontraba la lámpara y volví la pantalla hacia un lado.
De este modo iluminaría el libro y al mismo tiempo me permitiría ver la cama, la enfermera y la puerta. No era la situación ideal para concentrarse en la lectura, pero aún así trataría de arreglármelas. El libro, por su aspecto, ya era notable.
Se trataba de un infolio en holandés, impreso en Ámsterdam en 1650. Alguien había efectuado una traducción literal, prácticamente palabra por palabra, y había escrito las voces inglesas debajo de las holandesas, de modo que las diferencias gramaticales entre ambas lenguas dificultaban la lectura. Eso, añadido al esfuerzo que suponía descifrar la intrincada caligrafía, hacía aún más ardua aquella tarea. Sin embargo, tras conseguir adaptar de algún modo la estructura de un idioma al del otro, pude leer con bastante rapidez. Al principio, la atmósfera de la habitación y el temor de que Margaret apareciese inesperadamente y me sorprendiera con aquel libro en las manos, me perturbaron un poco. Según habíamos convenido con el doctor Winchester, antes de que éste se marchara a su casa, ella no debía de estar al corriente de esa fase de la investigación.
Consideramos que podía afectarla negativamente, sobre todo porque el que fuera la hija del señor Trelawney podía ponerle en una situación difícil, ya que no haría nada que perjudicase los deseos de éste. Pero cuando recordé que ella no relevaría a la enfermera hasta las dos de la madrugada, el temor a que me interrumpiese desapareció. La señorita Kennedy estaba sentada junto al lecho del paciente, alerta. Hasta mí llegó el tic-tac del reloj del pasillo, así como el de otros relojes de la casa. También percibí el sordo rumor de la ciudad. Aún así, todo parecía sumido en el silencio. La luz que iluminaba las páginas de mi libro y el resplandor verdoso de la lámpara intensificaba la penumbra que me rodeaba. A medida que leía, ésta parecía ser cada vez más oscura, hasta el punto que cuando volví a posar la mirada en las palabras impresas, por un instante me sentí deslumbrado.
Me concentré no obstante en mi trabajo, y a medida que avanzaba la obra, me parecía más interesante. El autor del libro era un tal Nicholas Van Hyne de Orr. En el prefacio, explicaba cómo atraído por la piramidografía de John Gribbs, del Milton College, había viajado a Egipto, cuyas maravillas encontró tan sobrecogedoras que dedicó varios años de su vida a recorrer extraños lugares y explorar las ruinas de gran número de templos. Oyó muchas variantes del relato de la construcción de las pirámides según el historiador árabe Ib Ab Alokín, varias de las cuales incluyó en su libro. Pero no me detuve a leerlas, sino que seguí adelante para fijar mi atención en las páginas que el señor Corbeck me había señalado. Mientras leía, comencé a tener la sensación de una presencia perturbadora. Me volví hacia la enfermera, pues me pareció que había a alguien muy cerca de mí, pero ella seguía en su lugar, despierta y observando al paciente.
De modo que seguí con el libro. Se narraba en él que después de cruzar las montañas que se alzaban al este de Aswán, lo cual le llevó varios días, el explorador llegó a determinado lugar. A partir de aquí citaré sus propias palabras, aunque traduciéndolas al inglés moderno. Al atardecer llegamos a la entrada de un valle estrecho y profundo que iba de este a oeste. Expresé mi propósito de continuar la marcha porque el sol, ya cercano al horizonte, mostraba una amplia abertura donde el paso se estrechaba. Pero los porteadores se negaron a entrar en el valle aquellas horas, argumentando que antes de salir por el otro extremo podría sorprenderlos la noche. Al principio no quisieron explicar el motivo de su temor. Hasta entonces siempre había ido a donde yo deseaba, a cualquier hora, y sin que nadie discutiese mis órdenes.
Comentarios de 017_Series Páginas Oscuras - La joya de las siete estrellas 4ª Parte 4354r