: Comida para campeones 563r60

Hola, queridísimos oyentes, y bienvenidos a un nuevo episodio de Liderazgo Auténtico, el podcast donde nos sumergimos juntos en el fascinante mundo del liderazgo, desde un lugar humano, real y valiente.

Yo soy Els, coach empresarial y personal, y si ya me conoces, sabes que me mueve una gran pasión, el liderazgo vivido desde la autenticidad.

Porque liderar no es solo tener un cargo o tomar decisiones.

Liderar es conectar contigo mismo, con tu entorno y con las personas que te rodean.

Y eso querido oyente, empieza por dentro.

Hoy vamos a hablar de algo que para mí es uno de los superalimentos del liderazgo, el .

Sí, el , esa palabra tan poderosa, tan mencionada en las formaciones y al mismo tiempo, tan evitada en el día a día.

¿Estás preparado o preparada? ¡Hala guapatos! En episodios anteriores exploramos cómo el liderazgo auténtico puede transformar no solo equipos, sino también culturas enteras dentro de las organizaciones.

Hablamos de la confianza, de la comunicación abierta, de la congruencia.

Y hoy quiero detenerme en ese pequeño gran acto de comunicación que tiene el poder de hacer crecer a personas, equipos, proyectos.

El .

Y te lo digo así de claro, el es comida para campeones.

Pero… ¡ay, qué difícil se nos hace a veces tragarlo, ¿no? Porque sí, todo el mundo dice que el es importante, útil, clave para aprender, pero luego en la práctica nos cuesta horrores darlo, y aún más pedirlo, como si estuviéramos entrando en una zona de peligro, como si nos fuera la vida en ello.

¿Por qué? Porque nos incomoda, nos remueve, nos pone vulnerables, y como humanos lo sabemos bien.

Huimos de la incomodidad como del fuego, buscamos la seguridad, la estabilidad, el bien, todo bien, no pasa nada.

Pero la verdad es que si quieres crecer como líder, como profesional, como persona, vas a tener que entrar en esa zona, porque sin no hay evolución.

En sesiones de coaching que hago en empresas, oigo muy a menudo que alguien me diga, no quiero decirle nada a ese colaborador o a ese jefe, porque tengo miedo de que me lo va a tomar mal y a lo mejor se va a romper la relación.

Cuando me dicen eso, mi pregunta es, ¿y qué relación hay si no puedes ser honesta con el otro? Ahí está la clave.

Muchas veces creemos que ser honestos, dar , es un riesgo para la relación, pero en realidad no darlo es un riesgo mucho mayor, porque cuando callamos, cuando evitamos, estamos dejando a la otra persona sin información vital para mejorar.

Es como no decir a una persona en un incendio que se huya del fuego, y correr el riesgo de que se queme.

Pero ojo, cuando hablo de , hablo de constructivo, no estoy hablando de críticas disfrazadas de consejos, y tampoco de juicios rápidos.

Estoy hablando de dado desde la conexión, desde la empatía y desde la igualdad.

El auténtico no viene desde arriba, no viene desde el juicio, ni desde el haber estado allí.

Viene desde el deseo sincero de contribuir al crecimiento del otro, y para eso necesitamos dos ingredientes esenciales, confianza en uno mismo y confianza en el otro.

Si yo confío en mí, puedo expresar lo que veo sin miedo, con claridad y respeto, y si confío en el otro, sé que sabrá recibirlo como un regalo, no como una amenaza.

Cuando no damos en el fondo, lo que está fallando es esa doble confianza.

Si sabemos y intentamos dar desde el deseo de contribuir al desarrollo del otro, ¿por qué entonces le seguimos teniendo tanto miedo? Porque asociamos el al error, y el error, en nuestra cultura, es casi un pecado.

Desde pequeños nos enseñan a evitar el error.