La inundación del ’80. Episodio 2: Sálvese quien pueda 1l3d3g

Recuerdo cuando nos sacaron a nosotras, me acuerdo la cara de tranquilidad de la persona que estaba arriba del techo del tractor, bajándonos a nosotras desde el balcón, mirábamos bastante aterradas, que corría un río por la vereda y la confianza que alguien le dio a cuatro nenas para poder sacarlas de ahí, para poder sacarlas de ahí.

A fines de abril del año 1980 ocurrió una de las inundaciones más importantes de Olavarría.

No sería la única del siglo XX, pero sí se convertiría en la más grande, impactante y trágica de la historia de la ciudad.

Soy César Ederi, y esto es La inundación del 80, un podcast documental que relata, a través de distintos testimonios, los hechos ocurridos a fines de abril de 1980 en la ciudad de Olavarría.

Episodio 2, lunes 28 de abril de 1980.

Sálvese quien pueda.

Parecía haber una leve mejoría en las condiciones generales hacia la primera parte del día 28, lo cual fue un atisbo de esperanza que pronto cayó, porque ese día llovieron 215 milímetros y la desazón fue absoluta la madrugada del 29, el martes, donde todos los servicios se cortaron, Radio Olavarría dejó de transmitir y fue el pico del fenómeno.

Entre cantidad de evacuados, milimetraje de precipitaciones y la desolación de la ciudad.

Marcos Rodríguez es divulgador de la historia de Olavarría y referente del blog Olavarría del Ayer.

Ya lo escuchamos en el capítulo anterior, ahora nos adentra en aquel lunes 28 de abril de 1980 para contarnos sobre uno de los grandes temas de la inundación del 80, los evacuados y las localidades.

Las localidades fueron un centro importante de evacuados.

En el pico de la inundación del 80 hubieron unos 42 centros de evacuados.

Y así a las localidades, especialmente y principalmente Sierras Vallas y Loma Negra, a las escuelas de la localidad, a los clubes de la localidad, fueron varios miles de evacuados.

Estamos hablando de en el pico de la inundación del fenómeno excepcional que fue en 1980 redondeando 50 mil evacuados, entre oficiales, auto evacuados, sobre una población de una ciudad en ese momento de un casco urbano que rondaba los 70 mil habitantes.

Estamos hablando de un fenómeno de unas proporciones inusitadas.

Las primeras decisiones que se tomaron fueron a las apuradas y con mucha incredulidad y pensando que era algo del momento, que el arroyo así como salió iba a volver enseguida.

Los primeros dos días con sus noches los pasamos en casa.

El agua subió rapidísimo.

Un matrimonio de vecinos subió a quedarse con nosotros en casa.

Papá ayudó a otros vecinos a llegar hasta la casa de sus hijos y nos quedamos en casa.

Nosotros siete, cinco hermanas, la más chica tenía un mes en ese momento, papá, mamá, mis vecinos y mi abuelo que llegó caminando por los techos al atardecer de ese día con una linterna.

Escuchamos a Milagros Maceo, vecina de Pueblo Nuevo, hablar sobre cierta incredulidad.

Pero también incluir un concepto que se repetiría bastante en la inundación.

Tener que auto evacuarse.

Vi a la vuelta de casa y como no pudo salir por la puerta, salió por el techo y se quedó en casa así que éramos diez.

Esa noche dormimos en un vagón del ferrocarril con comida hecha por gente del ejército.

Al otro día en un camión, en la caja de un camión, nos llevaron a toda la familia a Sierras Vallas.

Yo no lo agradece porque en realidad la cuestión era salir, salir de la situación en la cual estábamos.

Beto Bussequi es periodista de Nuestra Ciudad y en 1980 era vecino de San Vicente.

Salir de la situación fue para muchos solabarrienses ir a la zona de las localidades.

Nos llevaron a Sierras Vallas y dormimos en el gimnasio del club Sierras Vallas, arriba de cajones, de unos cajoncitos chiquititos donde vienen las barras de soldar.

Ese fue nuestro colchón durante, yo lo que recuerdo es que volví a mi casa un jueves.

Yo calculo que estaríamos arriba de los 70, 80 centímetros.

Ese domingo. Sí, sí, el domingo ese el agua se mantuvo como a, diría, un metro.

Lo que pasa que después siguió lloviendo y llovió, llovió, llovió y llovió una noche muy intensamente, que fue la última noche donde, digamos de la gran, gran lluvia, que es esa donde llegamos.