
LA VIRGEN SANGRANTE DE MURA: La gamberrada que engañó a España 4z5125
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Mura, 1998. Un párroco catalán anuncia que una virgen de Medjugorje llora sangre en su jardín. Los medios se vuelcan, España entera habla del milagro... hasta que la investigación eclesiástica destapa una verdad aún más extraordinaria que cualquier prodigio: fueron los propios vecinos del pueblo, hartos de los sermones apocalípticos de su cura, quienes le "fabricaron" su milagro con sangre humana y una gamberrada nocturna. Una historia que demuestra que a veces la realidad supera cualquier misterio divino, y que el sentido del humor español puede llegar donde no alcanzan los milagros. Porque si tu párroco no para de hablar de prodigios... ¿por qué no darle uno de cosecha propia? ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/413939 6j314
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DÍAS EXTRAÑOS CON SANTIAGO CAMACHO Archivo DEX. Incógnita. El archivo de días extraños.
Seguimos Santi y extraña familia con sucesos vinculados al mundo de los milagros. Y sin el último archivo DEX rescatábamos del olvido el engaño y fraude de las apariciones de Edenia, acaecidas en 1985, que comenzaron con las supuestas lágrimas de un cristo. En esta ocasión el expediente que recuperamos en incógnita, el archivo de días extraños, no lo protagonizó un sangrante cristo sino la imagen de una virgen que acaparó la atención de los medios de comunicación y la sociedad española hace 27 años, en 1998.
Es el expediente la virgen sangrante de Mura. Un párroco catalán dice que una imagen de la virgen llora. Publicó el 26 de marzo de 1998 el periódico ABC. El párroco de la iglesia de Mura, Barcelona, Luis Costa, ha comunicado al obispado de Vic que la imagen de una virgen, procedente de Medjugorje, Bosnia, instalada en el patio de la rectoría de su iglesia, ha aparecido con manchas rojas en sus ojos y podría haber llorado sangre. Afirmaba la crónica información del rotativo ABC.
Fue la primera noticia del caso a nivel nacional. Del mismo, varios días antes había informado al César, lo que es del César, en primicia, el periódico local Regio 7. Así tuvimos constancia de un nuevo suceso supuestamente milagroso en España. Un caso santi que había comenzado nueve días antes, concretamente el 16 de marzo. Te pongo, os pongo en antecedentes.
Aquel día, el 16 de marzo, cerca de las 12 del mediodía, el párroco Luis Costa, de la iglesia de San Martín de Mura, localidad ubicada en la comarca del Vallés, popular por ser uno de los bellos pueblos medievales de la provincia de Barcelona, salió como tantas otras mañanas al jardín con piscina que había ordenado construir detrás de la casa parroquial para plantar unos geráneos y regar el resto de plantas.
Fue mientras arreglaba varias flores cuando el religioso se percató que la reproducción de la talla de marmolina de la Virgen que había en el recinto tenía algo extraño en los ojos. Al acercarse, Luis Costa quedó paralizado. Esas manchas rojizas eran en realidad dos regueros de sangre que brotaban de los ojos de la escultura, una talla que había llegado a Mura seis meses antes, que el mismo párroco encargó comprar a tres feligresas suyas en una peregrinación que realizaron en septiembre de 1997 a Medjugorje, el popular pueblo de las apariciones marianas. Luis Costa quedó conmocionado.
Tenía constancia de que otras imágenes de la Virgen de Medjugorje habían llorado sangre, como el suceso que tuvo lugar en febrero de 1995 en Italia, donde una imagen brotó sangre durante 15 días en el pueblo de Civitavecchia. Ante la situación, Luis Costa no dudó en volver a escrutar con detalle la escultura de la Virgen, de 80 centímetros de alto.
Los regueros sanguinolentos comenzaban en los lagrimales de los ojos, se extendían por las mejillas y mostraban más de cerca una tonalidad roja brillante. No había rastro de huellas en el polvo que tenía la imagen, ni señal de que alguien se hubiera acercado al pedestal donde se hallaba o de que hubiera sido movida. Nada mostraba que aquello estuviera manipulado y todo parecía ser una muestra celestial, un milagro.
Superado el estupor inicial, el sacerdote avisó a un matrimonio que trabajaba en la rectoría. Joan Saldoni y su esposa Teresa Playá acudieron al jardín y ambos pudieron contemplar el singular hecho. Ninguno encontraba, encontró una respuesta. El milagro era evidente. Ese mismo día, Luis Costa decidió trasladar la Virgen de Mura del jardín al interior de la rectoría, donde la colocó en una urna de cristal. Y al día siguiente, 24 horas más tarde, en la misa, en la humilía, informó...
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